La película más esperada del año, y uno de los ejercicios cinematográficos más audaces de los últimos tiempos, llegó el viernes pasado a las pantallas con el estreno de "Las aventuras de Tintín, el secreto del Unicornio", de Steven Spielberg.

El caluroso recibimiento que la nueva joya del Rey Midas de Hollywood está consiguiendo en todo el mundo no es nada exagerado, puesto que se trata de una producción que hermana dos géneros tan populares como el cine y el cómic a través de dos de sus máximos representantes.

Recién estrenada en Bruselas, ciudad natal del padre de Tintín, Georges Rémi Hergé (1907-1983), la película es un prodigio técnico con el que el mago de la taquilla y su aventajado alumno, Peter Jackson, que realiza la labor de productor, vuelcan al cine imágenes que han reposado durante años en el subconsciente de una generación entera de jóvenes europeos.

A pesar de todas las décadas que han transcurrido desde el último álbum de Tintín, la obra ha sobrevivido, lo que demuestra que no es sólo un cómic para niños, sino una auténtica obra de arte. Sin embargo, el hecho de que todavía sea leído por niños demuestra que su calidad artística y su mensaje político e intelectual no es óbice para que sea a su vez una obra apropiada para el público infantil.

Spielberg ha contado que quiso llevar al cine a Tintín desde que supo de él en 1981, pero no le gustaron los guiones que le presentaron; el propio Hergé le autorizó a llevarlo adelante, a pesar de que su obra ya había sufrido para entonces algunos descalabrados intentos.

Pero es que todavía no se había inventado la técnica motion capture -la captura digital de movimientos y gestos de actores que se incorporan al dibujo en 3D-, usado ya en El señor de los anillos para animar a Gollum, personaje que interpretó el mismo actor que en Tintín da vida al capitán Haddock, Andy Serkis. El resultado es una recreación absolutamente fiel del cómic original, aunque el argumento mezcle varias aventuras del sagaz periodista: El secreto del Unicornio, El cangrejo de las pinzas de oro y El tesoro de Rackham el Rojo.

Hablar de uno de los cómics más importantes del siglo XX es llover sobre mojado. Todo se ha dicho sobre Tintín. Se ha señalado su conservadurismo y también su repulsa a cualquier ideología de izquierda, su misoginia, apología del colonialismo y su antisemitismo, pero casi nunca se ha hablado de que la persona histórica que ha inspirado el personaje de Tintín fue Léon Degrelle.

Léon Degrelle fue un político belga, fundador del rexismo (movimiento político católico) que posteriormente llegaría a ser oficial de las SS, combatiendo en la II Guerra Mundial al frente de la Legión Valonia. Degrelle dijo que Hitler era el hombre más grande de nuestra época y Hitler dijo de Degrelle que era su hijo adoptivo. Cuando acabó la II Guerra Mundial, el joven oficial nazi se encontraba en Noruega e inició una rocambolesca huida sabiendo que si era apresado sería trasladado a Bélgica, donde sería juzgado y ejecutado por alta traición. Por este motivo, Degrelle pilotó un avión desde Noruega hasta España donde hizo un aterrizaje forzoso en la playa de La Concha en San Sebastián al quedarse sin combustible y viviría en España el resto de su vida.

En 1992 se publicó su obra póstuma Tintin mon copain (Tintín, mi compañero) que en realidad era su autobiografía, en la cual afirma que Hergé se inspiró en él para crear el personaje de Tintín. El libro es, además, una obra repleta de detalles de su vida y de la de Hergé, y en la cual narra que el primer álbum de Tintín, Tintín y los soviets, en la que el joven periodista viaja a la Rusia comunista, está basado en el viaje que Léon Degrelle realizó a ese país. Efectivamente, Degrelle fue corresponsal en el extranjero para la revista donde trabajaba Georges Rémi, Hergé. Degrelle tenía un tupé y siempre vestía con unos pantalones de jugador de golf como los que utiliza Tintín en sus aventuras.

A pesar de todos estos antecedentes tan truculentos, Hergé varió las características del personaje y lo convirtió en un joven totalmente alejado de cualquier ideología totalitaria. Tintín siempre reniega del uso de la violencia, e incluso, cuando por alguna circunstancia se ve envuelto en un conflicto bélico, advierte a los militares de que les prestará su ayuda siempre y cuando no se produzcan ejecuciones.