Un equipo de arqueólogos gallegos y catalanes ha hallado en el yacimiento de Cova Eirós (Triacastela, Lugo) una azagaya (arma arrojadiza y ligera que se lanza con la mano o con la ayuda de un propulsor) y una punta de Levallois (punta de piedra) decorada, que arrojan nuevos datos sobre la ocupación del Homo sapiens y del Homo neanderthalensis en esta cavidad. Aunque no estas herramientas no son algo excepcional, ya que se han hallado otras similares en distintos yacimientos de la península Ibérica, sí son escasas.

"Aunque se han encontrado azagayas decoradas en otros yacimientos del Paleolítico superior, en Galicia son poco frecuentes. Pero esta, además, tiene la peculiaridad de que está decorada, con líneas en zigzag, lo que es aún más infrecuente", afirma Xosé Pedro Rodríguez, uno de los arqueólogos de la campaña de excavación, que llevan a cabo el Grupo de Estudios para la Prehistoria del Noroeste del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social de Tarragona (IPHES).

La azagaya decorada de Cova de Eirós es un ejemplo de la industria ósea a punta de proyectil de unos doce centímetros de longitud, de hueso de animal, y decorada con un motivo geométrico de tres trazos paralelos en zigzag en las dos caras, y se trata del utensilio de este tipo más completo y decorado del Paleolítico superior de Galicia.

Asimismo, el equipo arqueológico recuperó numerosas herramientas líticas en cuarzo y cuarcita en los niveles del Paleolítico medio, entre las que destaca una punta de Levallois (tipo específico de lasca Levallois que se caracteriza por su morfología triangular, cuidada y bastante regular o simétrica, y su vértice puntiagudo) cuya principal peculiaridad es precisamente el mineral con el que está realizada: el cuarzo.

"Lo más relevante de esta herramienta es su material. El cuarzo es una roca difícil de tallar, por lo que se han encontrado muy pocas de este material. Lo más habitual es que sean de materiales más fáciles de trabajar, como el sílex", expone Rodríguez, que añade que el empleo de este mineral para realizar herramientas demuestra la gran habilidad de tallar que tenía el Homo neanderthalensis.

El equipo de arqueólogos amplió en esta campaña la superficie de excavación de once metros cuadrados a veintiuno, lo que les ha permitido volver a niveles más modernos, donde han encontrado esta azagaya decorada tan poco frecuente. Según Rodríguez, el balance de esta campaña, que finaliza el próximo 4 de septiembre, está siendo muy positiva, ya que se han desenterrado un importante número de objetos y de gran calidad, que permiten comparar la tecnología y la forma de vida de sapiens y neanderthales en un único espacio. "Lo interesante de este yacimiento es que podemos trabajar y comparar la forma de vida y las tecnologías de uno y otro", asevera.

Hace dos años, el equipo de arqueólogos encontró en el nivel del Paleolítico superior un colgante, es decir, una piedra con un agujero en el centro, por lo que la azagaya reincide en la importancia que las representaciones artísticas o de sentido estético tenían para los Homo sapiens, una de las diferencias del directo antecesor del hombre moderno respecto al de neanderthal.

"El sapiens era más complejo, no solo por la mayor complejidad de su tecnología, sino por su mundo simbólico, lo que significa un salto cualitativo. Los neanderthales, aunque son más complejos de lo que se pensaba porque sabemos que ya dominaban el fuego, no tenían ese mundo simbólico", explica el experto. Ejemplos de esta dimensión simbólica por lo trascendente es la recogida de objetos llamativos y la decoración de útiles y cuevas. "Los neanderthales no pintaban las cuevas", recuerda el científico.

El arqueólogo no descarta que, a medida que vaya avanzando la excavación, puedan hallarse indicios de ocupaciones anteriores a la del hombre de neanderthal. "Aún queda mucho por estudiar y si el ayuntamiento de Triacastela continúa apoyando la excavación no descartamos que podamos encontrar indicios de ocupaciones anteriores. Ahora mismo, el objeto más antiguo que tenemos data de 118.000 años", recuerda.