Este año las fanecas han quedado en un segundo plano y los bañistas y aquellos que gozan del campo sufren los ataques de las avispas, verdaderas "estrellas" de este verano. Una plaga de este insecto afecta a toda la costa de las Rías Baixas, como lo demuestran el número de personas que están atendiendo los socorristas en julio y lo que llevamos de agosto. Solamente en julio se ha cuadriplicado el número de picaduras de este insecto con respecto a años anteriores en playas de Marín y Sanxenxo.

Según los servicios de Cruz Roja, este verano son muchas las personas que han sido atacadas por las avispas. Las razones hay que buscarlas, según los expertos, en las elevadas temperaturas de la pasada primavera originando la elevada presencia de este insecto desde la llegada del verano.

El comentario de aquellos que van de comida a la playa o al campo es general. El picnic se disfruta en compañía de las avispas ya que nada más poner la comida sobre la mesa hacen acto de presencia con las consiguientes molestias para quien las sufre.

La razón de esta plaga no es un misterio, según los expertos. Así, para los apicultores que estos días participan en la Feira do Mel en Pontevedra esta plaga se debe al buen tiempo que ha hecho durante todo este año. La excelente primavera que hemos tenido ha hecho que sobrevivan casi todos los huevos de este animal y de ahí su gran número que las hace parecer más peligrosas al atacar en grupo.

Personas alérgicas

Muchos se preguntan por qué pican más este verano que otros, pero según apunta Gerardo Pérez, apicultor, no es que piquen más, sino que al haber tantos ejemplares, es más probable que uno recibe el aguijonazo. No tiene nada que ver ni con un cambio en la genética de los animales ni con una evolución que le haga ser más violenta, sino simplemente un exceso en número por causas climatológicas que deriva en más picaduras.

De momento parece que el número no disminuye, y que por el contrario, va en aumento, y seguirá así mientras no se suavicen las temperaturas y llueva con fuerza.

Todos creen tener alguna manera de escapar de las avispas, unos apuestas por morderse la lengua, otros por quedarse quieto para que no te noten o simplemente puede uno salir corriendo, pero no va a servir de mucho si la avispa nos ha marcado como objetivo. Muchos piensan que fumigar sería una buena manera de acabar con ellas a gran escala, pero el daño sería tremendo para la naturaleza y se haría real el dicho "peor el remedio que la enfermedad", apuntan los apicultores.

Lo único que queda es esperar a que termine el verano, y que con la llegada de las lluvias y los meses de invierno, al no tener flor las plantas, se termine esta plaga tan molesta y peligrosa para muchas personas alérgicas a las picaduras de estos insectos que estos días, más que nunca, llevan siempre consigo unas inyecciones de antiestamínico.

Más picaduras que nunca

Las Rías Baixas están sufriendo el azote de esta plaga y especialmente la ría de Pontevedra en zonas como los arenales de Marín y Sanxenxo. Los socorristas de los playas de Portocelo, Mogor, Loira y Aguete atendieron, durante la segunda quincena de julio, 122 casos de picaduras de avispas. Mogor con 49 actuaciones, es el arenal con más casos durante los últimos quince días de julio, contrastando con los doce que se registraron en la playa de Aguete y en Loira.

En Sanxenxo la plaga es preocupante ya que en julio se registraron 228 picaduras de insectos en general, la mayoría de avispas. Una cifra destacada y más teniendo en cuenta que el año pasado por las mismas fechas, se habían registrado 59 episodios de picaduras. Socorristas de la playa de Areas ratificaban esta conclusión: "Este año hay más avispas que nunca y lo notamos en el puesto de atención a los bañistas".

Es decir que de un año para otro casi se ha cuadriplicado el número de picaduras. Cada día en las casetas de las playas de Marín y Sanxenxo se atiende una media de ocho personas por picaduras de avispa.

En Bueu, las avispas no han causado este verano tantos problemas como las medusas en Bon y Lagos, en la parroquia de Beluso, o las fanecas en Agrelo, Portomaior y Lapamán, pero ahí están, al acecho.