Si en la catedral de Santiago, las medidas de seguridad seguirán siendo las de siempre –a no ser que los resultados de las investigaciones policiales obliguen a lo contrario, si delatan su ineficacia, afirman desde fuentes del Arzobispado–, en otros lugares el robo sirvió como aliciente para tomar otras precauciones, como ocurrió en la catedral de Oviedo. En 1977 la basílica ovetense sufría un disgusto parecido al que se registraba esta semana en la presidida por el Apóstol Santiago. En aquella ocasión, varios ladrones entraron a través de la torre románica de San Miguel –también en obras, como ocurre ahora en Santiago– y forzaban varias puertas y verjas para entrar en la Cámara Santa, donde destrozaron dos cruces y una arqueta, se llevaron la capa de oro puro que las recubría y las piedras preciosas incrustadas.

Benito Gallego, deán de la catedral de Oviedo, todavía recuerda aquella fatídica fecha y la asocia con un "aldabonazo" para ponerse las pilas. "Hemos mejorado las medidas de seguridad y tenemos una empresa que se encarga de ello". No obstante, admite: "Yo no sé si estamos seguros o no. Tenemos las medidas de seguridad que creemos prudentes teniendo en cuenta el momento en que vivimos, pero suficientes tal vez no serán", explica. En todo caso, afirma que lo ocurrido en Santiago no puede compararse con lo de Oviedo porque "aquí venían a por el oro y las piedras preciosas".

Quienes se toman el asunto también muy en serio son los responsables de la catedral de Burgos. Además de gozar de la especial categoría de ser Patrimonio de la Humanidad –algo que, no obstante, Santiago no tiene que envidiarle porque la catedral también lo es, y además toda la zona histórica que la rodea–, al templo burgalés se lo conoce como el "bosque petrificado" y para muchos es el templo gótico "por excelencia" de España y, en particular, del Camino de Santiago.

Pero además de toda la belleza arquitectónica, la basílica –en la que descansan los restos de Rodrigo Díaz de Vivar, "El Cid", y su esposa Doña Jimena– incluye el denominado Museo Catedralicio, en cuyo interior se conservan, en la Capilla de Santa Catalina, documentos valiosos, como la carta de arras de "El Cid" (1074), el documento fundacional del Infantado de Covarrubias (978) y la Biblia visigótica de Cardeña (fechada hacia el año 914).

La alarma, relativa

El canónigo de la catedral de Burgos Alejandro Millán es consciente de que todos esos tesoros necesitan protección, pero insiste en dejar claro, antes de explicar cómo lo intentan, en que "ante expertos en robos y ladrones especialistas no hay alarma que valga". No obstante, y por si acaso, en la basílica burgalesa no faltan alarmas. Es más, Millán cree que tienen un "sistema bastante bien montado".

"Todas las puertas son lo más seguras posibles", explica, y están apoyadas por dos sistemas de alarma diferentes en toda la catedral, uno que funciona durante el día y otro, especial, que se activa durante la noche. Durante la jornada, cuando hay actividad en el templo, se vigilan todos "los objetos susceptibles de robo", sobre todo en las zonas del museo y las capillas más importantes. Cuando las puertas se cierran al público, se activa un sistema que extrema las precauciones en "absolutamente toda" la catedral. Además, los sistemas de seguridad se activan por partida doble. Por una parte, existen sensores de contacto, para aquellas piezas susceptibles de robo, casi todas ubicadas en vitrinas. Por otra, están los dispositivos que Millán califica como de rastreo. Estos, explica, perciben los movimientos de personas y "detectarían" cualquier persona que entre en las zonas más vulnerables.

Aunque en el Museo de la catedral se toman precauciones más evidentes, como las cintas separadoras que intentan evitar que los curiosos se acerquen de más a una obra, los detectores de presencia, subraya Millán, se aseguran de que los que no los tengan en cuenta lo noten.

Además, añade, tenemos "cámaras de grabación conectadas tanto de día como de noche, la mayoría de ellas situadas en el Museo de la catedral y la Capilla". "Son muchas cámaras y todo se graba, las 24 horas del día", explica. Eso sí, las cintas, reconoce, solo se conservan durante 14 días. "Si no, imagínate el almacén que tendríamos que tener...", bromea. En todo caso, cree que ese período es suficiente si se produce algún hurto y hay que comprobarlo en el vídeo. "De hecho, cuando hemos tenido algunos problemas, los hemos pillado", añade, sin dar más detalles, y recuerda que, por supuesto, todos los sistemas están conectados con la central de alarmas a la policía. Al respecto recuerda cómo un gato que se había colado en el recinto les provocó varias falsas alarmas hasta que lo encontraron.

Millán explica que Burgos es una de las catedrales pioneras en materia de seguridad. "Fuimos de las primeras catedrales que las implantamos", asegura. Aun así, concede que viven "preocupados constantemente" porque pueden permitirse tener vigilantes de seguridad de día, pero no de noche. "Ojalá pudiéramos. Nuestra intención es ir hacia ahí", señala. Millán también quiere dejar constancia de que la catedral no le preocupa tanto como las pequeñas parroquias, donde "cada iglesia de pueblo es una joya" y en las que "han robado muchísimo". Incluso, señala, se están detectando robos con violencia solo para lograr el dinero del cepillo. "Es más el destrozo que hacen que lo que llevan", comenta entristecido.

En la Biblioteca Colombina, adscrita a la catedral de Sevilla, también se guardan joyas bibliográficas, los libros escritos por Cristóbal Colón. Allí, subrayan sus responsables, las "medidas son las adecuadas para conservar el patrimonio", aunque, reconocen, en alusión al robo de Santiago, "estas cosas pasan": "Cada uno hace lo que puede para que no pasen, pero pasan".