-El estudio para descifrar el genoma de la leucemia (leucemia linfocítica crónica) supone un hito en la investigación en España. ¿Hará historia?

-Este trabajo es el de mayor envergadura en investigación que hay en España y en Europa en esta temática. Es un proyecto que está financiando el Ministerio de Ciencia y Tecnología con unos 10 millones de euros.

-Pero, ¿qué efectos tendrá en la lucha contra el cáncer?

-Se han descubierto cuatro mutaciones importantes que afectan a cuatro genes. Estas mutaciones influyen en determinadas proteínas que, después de interactuar con otras, hacen que aparezca la leucemia. A través de estas mutaciones se sabrá qué genes están mal y qué proteínas son anormales. Permitirá desarrollar fármacos específicos para luchar contra la leucemia, que podrían corregir el mal funcionamiento de estas proteínas anormales y, segundo, eliminar las células que las presenten. El efecto que va a tener es ése. También es posible que las mutaciones sean las mismas de otros cánceres distintos. No solo podría ayudar a curar distintos tipos de leucemia, sino otros tipos de cáncer.-¿Cuánto tiempo será necesario ?

-Pueden tardar años. Por eso digo, “algún día”. Los resultados solo sirven para explicar entre un 15 y un 20% de las leucemias linfáticas crónicas; pero esto no acaba aquí. Nosotros sentamos las bases y la diana para que se desarrollen fármacos para solucionar este problema molecular.

-Es un éxito para la ciencia. ¿Es también la cima a nivel personal?

-Tengo 32 años pero llevo diez trabajando en investigación. Empecé en un laboratorio muy, muy pequeño en Santiago y sin dinero. Salir y acabar trabajando a tan alto nivel en el proyecto de la leucemia supone un éxito. Para mí, que empecé mis proyectos con menos de mil euros al año... ¡pues puedes imaginarte! El objetivo del proyecto es aquello en lo que todo científico querría trabajar: Encontrar las claves del cáncer. Y la leucemia es uno de los más comunes.

-También porque tristemente, afecta a muchos niños.

-Es la primera causa de muerte en Occidente en varones menores de 40 años. Es más que hacer ciencia; esto permite dar con las claves que permitan erradicar este tipo de cáncer. Pero a nivel personal tiene algo especial. La suma de estos dos valores juntos me hace sentir una satisfacción muy grande. He alcanzado una de las cimas más altas a las que creo que podré llegar en mi vida.

-Se nota que que le toca hondo. ¿Ha tenido cerca a personas con leucemia en su vida?

-Yo siempre he querido trabajar en cáncer. Cuando estudiaba Biología, en primero de carrera mi abuelo sufrió cáncer de pulmón. Eso me marcó mucho. A veces, cuando nos pasan estas desgracias, nos proponemos metas irrealizables. Yo entonces me marqué, en la medida de lo posible, ayudar a trabajar en cáncer. Luego estuve tres años (de 2007 a 2010) en el hospital de Santiago, muy en contacto con el servicio de Hematología. Y cambias la visión: de la investigación como algo para descubrir cosas, ves el sufrimiento y la esperanza de la gente y te cambia el chip. Me siento bien haciendo ciencia sin necesidad de una retribución económica importante.

-¿Es usted “precario”, como denominan sus colegas a los contratos de investigación y formación?

-Yo soy precario. Los pre-doctorales en Barcelona están mejor pagados que yo. Pero soy un tipo bastante especial en ese sentido. Todos me definen como optimista. Si por algo vamos a remontar con garantías la crisis, habría que invertir en investigación. Y no se hace. Yo estoy trabajando al más alto nivel, y cobrando en precario: mi sueldo está con cargo a un contrato Ángeles Alvariño de la Xunta, de formación.

-Permítame que le pregunte ¿cuánto cobra usted?

-Cobro 1.200 euros, pagándome el piso en Barcelona. Mi contrato dura tres años y la Xunta no tiene previsto nada especial con nosotros. Hoy por hoy, no tengo opciones de seguir trabajando en Galicia como investigador. Aún no está prevista cuál será mi salida laboral... y la de tantos otros.

-¿Por qué biólogo y no médico?

-Afortunado golpe del destino, que quiso que por un 0,1 de puntuación no entrase en Medicina. Me alegro, porque no habría hecho esta investigación.

-¿Cómo llega a Barcelona?

-Firmé mi contrato en 2010. Hay dos personas que han sido muy importantes para mí: El jefe de servicio de Hematología de Santiago, el doctor José Luis Bello. Él me enseñó todo lo que sé y es parte del culpable de que esté aquí. Y otro, Ángel Carracedo. Fui a hablar con él un día y le planteé tres sitios. Él me pregunto ¿tú a dónde quieres ir? Me recomendó venir con Xavier Estivill, es un referente en Barcelona.

-¿Qué parte le tocó dentro del estudio?

-Yo formo parte del Consorcio que se encarga del proyecto “genoma” de la leucemia; son más de cincuenta investigadores de España. En el grupo en el que trabajo, somos cinco personas; dirigido por Xavier Estivill. Nuestra aportación no ha sido la más importante. Soy coautor del trabajo y participamos mucho menos que la Universidad de Oviedo y el hospital Clínic de Barcelona.

-Su labor en concreto ¿en qué consiste?

-Cuando un genoma se secuencia, automáticamente la secuencia es cargada en la memoria de un ordenador. Nuestra contribución es que buscamos las pérdidas y ganancias de segmentos de cromosomas. Se llaman variantes estructurales del cromosoma.

-Realiza una investigación internacional para secuenciar el genoma del mosquito del Nilo.

-Sigo con ello. Es el mosquito que transmite el dengue y la fiebre amarilla...Si se encuentran las claves, se podría evitar.