"No queremos que se nos trate como a un monumento de mantenimiento más o menos costoso, sino como a una herramienta, una maquinaria a la que se exijan resultados y que se justifique por ellos, incluso que su financiación pública dependa en parte de ello, eso sí, sin que caigamos en una visión utilitarista o mercantilista de la universidad". Eso dijo ayer el Vicerrector de Alumnado, Docencia y Calidad de la Universidad de Vigo, Ignacio Barcia, en su charla sobre "A UVigo: una formación educativa de vanguardia para toda Galicia"•

Presentado por la periodista de FARO Sandra Penelas, el vicerrector en el actual equipo de gobierno no sólo definió la nueva universidad que se pretende sino que desbrozó con afán clarificatorio la maraña de las titulaciones que en ella se imparten. Y añadió que "hay que huir del inmovilismo, del ensimismamiento y de cierta complacencia académica en que a veces caen las universidades. Poner cauces hacia el exterior para que se produzca el dialogo, la transferencia, la comunicación".

"Yo estoy convencido –explicó– de que el anterior es un aspecto básico para una universidad pública y joven como la nuestra, pero también la integración plena y sinérgica con su entorno social, económico y cultural y la calidad y la búsqueda de la excelencia tanto en la docencia y la investigación, la innovación como en la transferencia de conocimiento".

Habló, se esperaba, de los cambios que supone el Plan Bolonia, o sea la creación de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), y señaló dos puntos de vista. "Uno es el económico evidentemente. Un sistema económico común en el que se supone que circulan libremente los trabajadores y los capitales, necesita una fluidez similar para sus titulados, y esto necesita unos sistemas educativos comparables que lo permitan. En este aspecto es por donde se suele atacar al proceso Bolonia, entendiendo que propicia una universidad al servicio de intereses económicos, exclusivamente montada para las necesidades del mercado de trabajo. El otro punto de vista es que supone caminar, en una Europa ya económica y política, hacia una Europa del conocimiento".

¿Qué está suponiendo la aplicación de Bolonia en la universidad? "Primero –dijo– un cambio metodológico importante que convierte al alumno en protagonista de su propio aprendizaje y al profesor en programador de su actividad. Es un sistema que se preocupa, no como hasta ahora de las horas que el estudiante pasa en clase con el profesor, sino en el tiempo que el estudiante debe dedicar para la superación de una titulación, de un curso o de una materia. En segundo lugar, un cambio en la estructura de niveles de las titulaciones. Están en proceso de extinción diplomaturas, licenciaturas, carreras de segundo ciclo, etc… y nacen tres tipos de titulaciones: Grado, Máster y Doctorado".

Un tercer aspecto que destacó del Plan Bolonia es la adopción de procesos de calidad de las titulaciones y de sistemas rendimiento de cuentas a la sociedad. "Los planes de estudio ya no son un listado sino proyectos que deben justificarse, compromisos con una sociedad a la que debe rendir cuentas"