Aunque se suele decir que después de la tempestad llega la calma, en la sociedad actual parece ocurrir lo contrario. Al menos esa es la visión del escritor italiano Sandro Veronesi en el libro “Caos calmo” (Anagrama), adaptado al cine en una película protagonizada por Nanni Moretti. Con esta obra, el florentino logró el Strega, el galardón más importante de la literatura de su país, y ahora repite premio, en este caso el Novela Europea Casino de Santiago, que recibirá hoy en Compostela, y que implica la traducción al gallego, en Galaxia, de esa incursión en el dolor contemporáneo.

-El protagonista de su libro ha sufrido la muerte de su esposa, sin embargo contiene sus sentimientos en una tensa espera, en una situación de “caos calmo” previa al desequilibrio. ¿Vive la sociedad al borde de la locura?

-Sí, la locura es la enfermedad social de nuestro tiempo. De hecho, como sociedad, tenemos un criterio para establecer dónde comienza la locura y se basa en la funcionalidad social. Como Freud, decimos que si una persona trabaja y ama no está loca, pero cuando yo hablo de locura, hablo de dolor mental. El dolor mental, que es la energía de la locura, es generalizado en occidente. Es cierto que no se entiende por qué tenemos que sufrir porque somos obscenamente ricos y consumimos solo nosotros todos los bienes de la Tierra. Lo que sufrimos no lo comprende nadie, pero seguramente estamos arruinando nuestra psique con un dolor mental verdaderamente importante.

-Pietro, mirando a su hija, todavía sumida en la inocencia, parece inmensamente preocupado por el hecho de que vivamos en un “mundo anormal”. ¿Lo hacemos?

-Sí. Él pone un ejemplo: cómo en McDonalds es más barato coger el menú con las patatas, a pesar de que luego las tiras, que sin ellas. Este es uno de los ejemplos que puede ponerse para explicar que el mundo en el que vivimos ya no es normal.

-Los dos hermanos tienen visiones radicalmente distintas de cómo enfrentarse al sistema. Para Carlo, hay que hacerlo desde fuera, desde la rebelión. Para Pietro, desde dentro, desde la subversión. ¿Usted qué opción escogería?

-Bueno, ese es un juego entre hermanos. Lo más curioso es que el que se pretende rebelde en realidad es el que entra en el sistema y hace subversión. En todo caso, personalmente, yo me siento más atraído por la subversión que por la rebelión. Me siento más atraído por J. D. Salinger que por Jack Kerouac. Porque aquello que se esconde dentro del sistema lo hace explotar más que algo que llega desde fuera.

-En un curioso juego, Pietro se pone a contar las entradas de internet para ciertas palabras: “god” (dios) y “sex” (sexo) son dos de ellas. Hoy en día la segunda tiene 1.830 millones de entradas y la primera, 935 millones. ¿Es una buena señala que a la humanidad le interese más que nada el sexo o debería preocuparnos?

-Para mí es buena señal. En su momento yo busqué esas palabras y también diablo y tanto dios como el diablo eran muy populares.

-Ahora “muerte”, que también buscó, gana a “diablo”...

-Bueno, eso ya es un paso adelante.

-Hablando de sexo, cuando salió su libro en Italia, y sobre todo cuando se hizo la película sobre él, muchos conservadores atacaron el contenido sexual de un capítulo. ¿Teme la censura o cree que está a salvo de ella?

-No, a salvo no. Sobre todo en países como Italia o España donde el Opus Dei tiene un poder preciso, el instinto para la censura existe desde siempre. De hecho, no sé en España, pero en Italia no existe una ley ni a favor de la censura ni en contra de la censura, y eso hace posible en ciertos momentos cualquier toma de posición. Ahora, cuando hay reacciones, como ocurrió con “Caos calmo”, y se produce un debate, al final no moja al libro, sino que incluso le hace vender más copias porque el poder de censurarlo y de quemarlo ya no existe. De todos modos, yo preferiría no tener ese tipo de publicidad, pero es muy difícil. Tenemos que aprender a vivir en este siglo sin la censura, porque lo que es en el siglo pasado, no lo hemos aprendido.

-¿Qué opina de lo que está ocurriendo con Berlusconi?

-Estamos esperando. Esperando. Siempre esperamos. Ahora esperamos el 6 de abril (fecha del juicio). Después esperaremos no sé... Está balanceándose y antes o después tendrá que caerse.

-En el libro se nota su obsesión por el grupo Radiohead. Cita continuamente las letras de sus canciones. En concreto, parece usted seducido por el verso “somos accidentes esperando ocurrir”. ¿Es así? ¿Así es como somos?

-Se trata de una cuestión delicada. Como ocurre con todas las cosas de Radiohead detrás hay una especie como de estado, no sé privilegiado o dañado, pero es correcto que un cierto número de seres humanos son accidentes esperando a ocurrir y en teoría no debería ser así. Ese pensamiento da miedo.

-El tiempo no es un palíndromo, asegura. No se puede leer en los dos sentidos. ¿Acaso no es la literatura una manera de saltarse ese límite y controlarlo?

-Bueno, creo que ese control podría ser una ilusión de la literatura del siglo XIX, cuando era una y dentro lo tenía todo, la geografía y también el tiempo. Pero en el siglo XX llegó el psicoanálisis y también la teoría de Einstein que dice que el espacio y el tiempo son las mismas cosas y están curvados, algo que no esperábamos. Ahora la literatura es un intento de representar el tiempo, no de controlarlo. Escribir es principalmente una relación con el tiempo: el que te lleva escribir, el que le lleva al lector leer. Muchos tiempos conviven y es complejo.

-La vida es caos, pero con el lenguaje usted intenta ponerle orden. ¿Cómo se logra?

-La belleza del lenguaje literario, y depende de la habilidad del escritor, es representar el caos a través de un instrumento ordenador. Joyce ya lo hizo antes. Son tus límites los que te impiden hacerlo mejor porque el lenguaje te lo permite todo.