Casa por casa o a los países más lejanos. Por medio de elaboradas estrategias de marketing o confiando en el boca a boca. La variedad de estrategias para darse a conocer y colocar los productos ecológicos depende de la filosofía que subyace a la elección de integrarse en este sector. En algunos casos se trata de asegurar la supervivencia de una empresa al reconvertir su actividad, mientras que en otros es una opción vital completa. El Consello Regulador de Agricultura Ecolóxica de Galicia reúne en su seno esta diversidad. En la relación de empresas elaboradoras del organismo encuentran su sitio los grandes transformadores y distribuidores multinacionales, como Lactalis o Carrefour, empresas de capital gallego enfocadas a la exportación -Coren, Cuevas (marrón glacé) y Mieles Anta- o pequeñas iniciativas de particulares.

Tres casos ejemplifican la variedad se puede encontrar en el mundo de la producción ecológica: Mieles Anta, que exporta el 90% de su producción ecológica, Conservas Antonio Pérez Lafuente, que reconvirtió su negocio de elaborados de pescado para sobrevivir en un mercado amenazado, y Cesta Fresca, una iniciativa de una pareja que desde Salvaterra (Pontevedra) surte cada semana de fruta fresca a sus clientes del área de Vigo.

Crecer. David Corral convivió siempre con las colmenas de su familia. En 1983 decidió transformar su afición en la empresa Mieles Anta, que ha llegado a convertirse en la mayor de España. Desde hace cuatro años se dedica al negocio ecológico a través de las marcas Pazo de Lusio y Taramundi. Estas divisiones representan actualmente el 30% del negocio, aunque este año su peso ascenderá hasta más del 50%. Y eso a pesar de que Corral considera desde sus oficinas en el polígono de Agrela que “en España el mercado es todavía muy reducido”. La clave consiste en exportar el 90% de la producción. Los países de destino son principalmente europeos, con Alemania, Francia y Dinamarca a la cabeza, aunque también algunos más lejanos, como Arabia Saudí. El negocio, a pesar de la omnipresente crisis económica, va bien, con crecimientos del 200% entre los últimos ejercicios. Aunque Corral reconoce que “el producto natural supone más esfuerzo”, celebra que en Galicia “tenemos las condiciones ideales para trabajarlo, al menos en el caso de la miel”.

Reciclarse. Conservas Antonio Pérez Lafuente se convirtió casi en una compañía nueva cuando a mediados de la década pasada abandonó las conservas de pescado masivas para dedicarse a las ecológicas. Su gerente, Eduardo Drömer, asegura que durante el cambio “la producción se redujo a una cuarta parte”. La empresa de Vilanova de Arousa apostó por la diferenciación respecto a otros competidores ecológicos para sobrevivir en un mercado cada vez más complicado. Drömer apunta que sus conservas no solo incluyen aceite sin tratamientos químicos, sino que todo el pescado que comercializan “ha sido capturado mediante técnicas que garantizan la sostenibilidad”. Un ejemplo es del atún, pescado con caña en lugar de con redes de arrastre, o el mejillón, del que la conservera extrajo la primera remesa ecológica. Su gerente resalta además la importancia del canal de distribución. Los productos de su marca Pan do Mar se pueden conseguir únicamente te en tiendas especializadas. El motivo, que los clientes prefieren que las grandes superficies no hagan negocio con un producto que defiende el consumo responsable. El 60% de la producción se dirige al extranjero, principalmente a Alemania, Francia e Inglaterra, pero también a países de Oriente Medio.

Vivir. Antía Puentes comparte con su pareja desde hace dos años un proyecto que va más allá de la mera búsqueda de beneficios. Cesta Fresca es el nombre de una iniciativa que pretende recuperar los vínculos directos entre los consumidores y los agricultores y ganaderos. Desde su explotación en la parroquia de Lira, en la frontera de los concellos de Ponteareas y Salvaterra, surten de verduras, frutas, patatas, chorizos y otros productos ecológicos a una quincena de familias, la mayoría de Vigo. Ellos mismos cultivan los vegetales y cuidan a los animales que semana a semana acercan a sus clientes. Cesta Fresca tampoco nota la crisis por el momento. “Aunque antes de Navidad el número de clientes era mayor, nadie me ha dicho que deje de comprar por una cuestión de precio. Lo que más influye son las rutinas que marca el trabajo en las ciudades y que impiden a la gente cocinar, por lo que las verduras se estropean”, explica.