Estudiar cómo evoluciona el lenguaje de los bebés prematuros para determinar si su capacidad para usar gestos comunicativos, imitar comportamientos de los adultos o producir sus primeras palabras –entre otros aspectos– es igual, o si existen diferencias significativas, con la de los niños nacidos a su debido tiempo. Éste es el principal objetivo de una investigación, pionera en España, llevada a cabo por el Grupo de Adquisición del Lenguaje y Trastornos del Desarrollo de la facultad de Psicología de la Universidade de Santiago, en la que también se analizará si el entorno familiar puede repercutir en la progresión de esos pequeños.

"El proyecto pretende seguir la evolución de 150 niños prematuros y compararla con la de otros 49 pequeños nacidos al término de la gestación. La recogida de datos consta de cuatro fases: a los quince días de nacer, a los diez meses, a los veintidós y a los treinta", explica el coordinador del estudio, el catedrático Miguel Pérez Pereira, quien subraya que los resultados obtenidos hasta el momento indican que, hasta los diez meses, "no hay diferencias significativas entre los prematuros y los otros bebés". "Esta circunstancia se debe, posiblemente, al hecho de que el desarrollo del lenguaje en los primeros meses de vida es aún escaso, por lo que conviene concluir las otras dos fases del estudio para hacer un análisis más real", señala.

Pérez Pereira apunta, no obstante, que donde sí se han detectado ya diferencias entre los dos grupos de niños fue en la puntuación conjunta que mide la capacidad de usar gestos comunicativos, la imitación de comportamientos de los adultos y la participación en rutinas y juegos. "El siguiente paso será comprobar si con el desarrollo del lenguaje surgen diferencias entre los prematuros y los nacidos a término, además de valorar el papel de factores biomédicos y ambientales", indica el coordinador del proyecto.

El estudio de la USC, en el que colaboran los Complejos Hospitalarios de Vigo y de Ourense, así como el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera y el Centro Materno-Infantil Nuestra Señora de Belén de A Coruña, se inicia cuando los niños tienen 15 días de vida. En el caso de los prematuros se tiene en cuenta la denominada "edad corregida", es decir, 15 días sumados a las jornadas de retardo que tienen con respecto a los nacidos a término, para poder comparar los resultados de los dos grupos.

A través de una serie de pruebas se valora el estado del recién nacido en diferentes aspectos, para determinar su estado de maduración neurocognitivo. Se trata de cuestiones como la capacidad de habituación, la orientación, la motricidad, la variabilidad de estados o los reflejos, entre otras.

La segunda fase de recogida de datos es a los diez meses de vida y las pruebas que se aplican tratan de evaluar su desarrollo comunicativo. En la tercera, a los 22 meses, se pretende conocer la adaptación social de los niños, su psicomotricidad y el nivel de desarrollo cognitivo, mientras que en la cuarta fase, que tiene lugar a los 30 meses de vida, el equipo evalúa las habilidades lingüísticas de los niños, y le hacen una entrevista a las madres para ver si cambió algún aspecto importante del entorno familiar.