La oculta dimensión de Augusto Assía, pseudónimo usado por el periodista gallego Felipe Fernández Armesto, parece haberse puesto de moda entre varios investigadores. Un libro, un documental premiado con un Goya, una tesis de una historiadora rusa y la próxima reedición de su obra periodística en Berlín en los albores del nazismo coinciden en los últimos tiempos en el interés por la reconstrucción de un fascinante y hermético personaje al que sitúan primero como relevante activista de la Internacional Socialista en Berlín en 1930 y a partir de 1933 como agente del legendario servicio de espionaje británico en Londres.

El principal nexo de todas estas aproximaciones al lado más enigmático de Assía es la increíble historia de Garbo, el doble espía español que logró engañar a los nazis sobre la localización del desembarco aliado en Normandía en 1944, una de las jugadas maestras del espionaje en la II Guerra Mundial, cuya trascendencia admitieron desde Eisenhower, del lado aliado, al mariscal Keitel, por los nazis.

Garbo borró los vestigios de su vida al final de la contienda hasta simular su muerte en la selva de Mozambique. Sólo tres décadas después se supo que Garbo era Juan Pujol, un agente que el MI5 británico consiguió infliltrar en el contraesopionaje nazi y que tras simular su muerte en África, había tenido una segunda vida con otra identidad en Venezuela, donde le descubrió el autor de bestsellers Nigel West, que escribiría posteriormente con el propio Pujol su asombrosa peripecia. La propia viuda de Pujol, la lucense Araceli González, implicada también en el espionaje, recibió la falsa noticia del fallecimiento de labios del embajador británico después de la guerra e ignoraba que su marido seguía vivo. Garbo fue el único espía condecorado por ambos bandos en la II Guerra Mundial.

En un documental sobre Garbo premiado con un Goya y emitido por TVE el pasado fin de semana, el historiador Javier Juárez asegura que durante muchos años se creyó que Garbo era el periodista gallego Augusto Assía. Corresponsal de La Vanguardia en Berlín y después en Londres, Felipe Fernández Armesto se convirtió entre 1939 y 1945 en la "persona mejor relacionada de la colonia española en la capital británica", según Juárez. "Un artículo suyo publicado días antes del desembarco en Normandía pronosticaba que la ofensiva se produciría en el paso de Calais, justo la tesis usada por el servicio secreto inglés y Garbo para intoxicar a la Abwehr, el contraespionaje nazi", afirma el investigador.

Felipe Fernández Armesto, hijo del periodista gallego con el mismo nombre e historiador en Oxford, recuerda cómo le sorprendieron cuando era estudiante en la universidad inglesa las atenciones de un anciano catedrático que resultó ser el cerebro del espionaje británico en la II Guerra Mundial, que agradecía así la contribución de su padre a la victoria. A la muerte de Augusto Assía, el libro que reposaba a medio leer en su escritorio pasó inadvertido. "Era la historia de las actuaciones del servicio secreto británico durante la II Guerra Mundial. Esa fue su última lectura, quién sabe si llevado por el recuerdo de secretos inconfesables que había reservado para sí mismo", aventura Javier Juárez.

La historiadora rusa Natalia Kharitonova ha realizado también recientemente una completa investigación para el Instituto de Estudios Europeos sobre la etapa de Augusto Assía en Berlín durante los años del ascenso del nazismo, en la que concluye que Armesto "se hizo miembro del Partido Comunista de España en 1930 y, por lo visto, mantuvo un estrecho contacto con la Internacional Socialista tras participar ese mismo año en la segunda Conferencia Internacional de Escritores Revolucionarios en Jarkov (Ucrania)".

Fernández Armesto siempre negó esa militancia, pero Kharitonova ha tenido acceso sin embargo a documentos de los archivos soviéticos en los que ha encontrado una carta de Fedor Kelin, traductor de las obras españolas al ruso en los años 30, en la que afirma que el periodista gallego era miembro del PCE y que fue uno de los impulsores de la sección española de la Organización Internacional de Escritores Revolucionarios, "una tapadera de la Internacional Socialista", según la historiadora rusa.

El desencanto de Felipe Fernández Armesto con el PCE, del que sería expulsado poco después, según Kharitonova, surgió por "la disputa con Rafael Alberti y María Teresa León por el control de la asociación de escritores revolucionarios". Kharitonova menciona también que, a partir de 1933, Armesto se convierte en agente secreto en Londres, tras ser expulsado de Berlín por orden de Goebbels, el propagandista de Hitler, por su vinculación con el espionaje británico. Su pertenencia al MI5, unida a su condecoración por el Imperio Británico, y la distinción de que fuera el único periodista español con Carlos Sentís al que se permitió asistir a los juicios de Nuremberg, hicieron sospechar a los soviéticos de que bajo el pseudónimo de Augusto Assía se escondía la identidad del misterioso Garbo.

Las crónicas enviadas por Augusto Assía a La Vanguardia desde Berlín en los años 30, claves para comprender el ascenso del nazismo, han sido recopiladas recientemente por Enric Vila y publicadas por la editorial A Contravent.