Ávidos de riquezas, los exploradores españoles descubrieron el Cañón del Colorado en el siglo XVI mientras buscaban las siete ciudades del oro del reino de Cíbola. La lengua de los conquistadores dio nombre a este caudaloso río y más tarde a uno de los estados del oeste, donde el español se habla ahora con otros acentos: casi el 36% de la población de Denver, la ciudad más importante, es hispana. Allí recaló en agosto de 2010 Inma Tapias (Vigo, 1978), dentro del programa de profesores visitantes del Ministerio de Educación: "Venimos a EE UU a dar clases de español, pero a mí me ha tocado ser tutora de un grupo de alumnos hispanos, la mayoría mexicanos, con los que trabajo en mi idioma, y de otro grupo con niños estadounidenses a los que debo hablar en inglés".

Sus alumnos de "Green Valley," treinta y dos en total, tienen cuatro años y pertenecen a la misma clase, pero solo coinciden en el recreo o en las excursiones. "Me sorprendió esta segregación. Necesitarían un programa bilingüe bueno, pero no están preparados. Los niños hispanos se lían con los dos idiomas y hablan spanglish. Al almuerzo, por ejemplo, le llaman lonche. Yo les enseño en español y mi asistente les ayuda con el inglés. Cuando los padres de los alumnos estadounidenses se enteraron de que la profesora de sus hijos era española se asustaron, pero al final me propusieron que les enseñase algo de mi idioma. Sería bueno, pero la dirección no me deja. Yo creo que deberían estar mezclados y darle un apoyo a los hispanos", comenta.

A Inma, que ocupará su plaza en el CEIP Balaídos de Vigo el próximo curso, también le han sorprendido otras diferencias del sistema educativo de EE UU como son el contacto permanente con los padres y que los ingresos de la escuela dependan de que los profesores consigan unos objetivos. "Están concentrados en que los niños pasen los test que se hacen cada semestre en todo el Estado. Mi escuela ya está en números rojos porque no han tenido buenos resultados y muchos docentes serán despedidos cuando acabe el curso. A mí me encanta mi trabajo, pero aquí no te permiten salirte del programa y hacer otras cosas que me gustarían. Los test están en inglés y a los niños hispanos les cuesta entenderlos, ¿cómo voy a presionarlos?", se pregunta.

Pero la educación del país también tiene aciertos como la facilidad para obtener recursos: "Como cualquier sistema tiene cosas buenas y malas. Esta semana me ha llegado una notificación de que puedo gastarme 2.500 dólares en el material que quiera. ¡No me lo podía creer!".

"No, teacher"

Su puesto en la escuela también le ha obligado a practicar más inglés del que pensaba. "Mis alumnos me dicen "no teacher, lo pronuncias mal´. Me enseñan todo el día", confiesa entre risas. Y cuando los niños estadounidenses le escuchan hablar en español "se ponen muy tiesos", aunque no la entiendan, porque saben que está enfadada.

Inma, licenciada en Educación Infantil, mantiene mucho contacto con la veintena de docentes españoles que realizan intercambios en Denver y está aprovechando su estancia para viajar. "Todo está a 150 dólares, que es lo que cuesta el billete de avión. He estado en Los Ángeles, San Francisco, Santa Fe... Me faltan el Cañón y Las Vegas". Las Montañas Rocosas también le están dando mucho juego y aprovecha para esquiar casi cada fin de semana.