-¿Qué objeto tiene un instituto de Ciencias del Patrimonio?

-Es un instituto que se dedica no a la gestión del patrimonio sino a la investigación de diferentes aspectos del patrimonio cultural. Hay una línea de arqueología, de historia y también de antropología, para la cual vine yo. Estudiamos cómo algo llega a considerarse patrimonio, la función social que tiene el patrimonio, su relevancia, por qué en situaciones de conflicto se lucha por el patrimonio. El objeto no son los objetos en sí mismos, sino los procesos sociales.

-Trabaja en una línea de investigación sobre “Patrimonio cultural: identidad y conflicto”.

-Nosotros solemos hablar de “procesos de patrimonialización”, es decir el proceso social por el que las cosas llegan a ser valiosas; cosas y no cosas, porque también está todo el patrimonio inmaterial. En situaciones de conflicto, la instrumentalización de aquello a lo que se da valor juega un papel social esencia. Por ejemplo, las estatuas de los budas en Afganistán o la destrucción y reconstrucción del puente de Mostar en Bosnia, elementos emblemáticos que van más allá de lo que es el patrimonio en sí. Hay que conocer qué hay detrás de la instrumentalización política que se hace del patrimonio y en un país como España, donde el patrimonio cultural es tan importante, es muy relevante investigarlo.

-¿Por qué habla de conflicto?

-Hay muchos niveles de conflicto. En el fondo, el Archivo del Duelo trata de esta cuestión: cómo algo efímero y que normalmente no se conserva se convierte en patrimonio, al margen de las élites, que son las que definen qué es patrimonio. En una situación de crisis como el 11-M en Madrid, la gente dio valor a ciertas cosas, y se vio que toda la ritualización del duelo tuvo un papel muy importante y pasó a formar parte del patrimonio.

-Hay un consumo de la muerte ajena y se oculta la muerte propia, sostiene usted.

-Es una paradoja pero ocurre. Estamos viviendo uno de los momentos en que hay más consumo de la muerte y sufrimiento y del dolor de los otros: Es un tema de consumo en películas y videojuegos pero, al mismo tiempo, no se habla de la muerte personal, de la muerte directa; se esconde, se deja en manos de los profesionales de los rituales del duelo. No surgen rituales propios y vividos en grupo, como ocurría antes. En todas las culturas hay rituales para facilitar esos tránsitos y hacer el duelo individual de forma grupal. Hoy, no, se aparta a los niños, se intenta hacer todo muy rápido y no hay despedidas. -¿Qué se entiende por “duelo de segunda generación”.

-Cuando hay muertes que socialmente resultan traumáticas se ponen en marcha unos mecanismos de duelo diferentes. La novedad en la investigación del 11-M es que se produjo un duelo de segunda generación. Aunque ya se había estudiado en Estados Unidos, en España es la primera vez que se analiza esa utilización de los espacios públicos como expresión del duelo ante un hecho traumático. Hay dos tipos de muerte que provocan esta reacción pública con ofrendas en los lugares donde se produjo, la de gente anónima que muere en un atentado o en una catástrofe o la muerte de personajes muy populares como Lady Di o Michael Jackson. Antes no se daba esa clase de reacción pero desde los años ochenta es un patrón que el ritual del duelo ya no sea en la iglesia, el cementerio o el ayuntamiento, sino que se sacralice ese otro lugar y el duelo se produzca al margen de las instituciones.-¿Los medios de comunicación de masas son decisivos?

-Hemos pasado del homo sapiens al homo mediaticus y la forma de crear nuevos rituales está vinculada a los medios de comunicación.

-Internet lo multiplicará.

-Hablamos del papel de internet en el libro que hemos preparado y que saldrá en junio en inglés con estudios comparados. No sólo ante la respuesta al 11-S y el 11-M, también, por ejemplo, por la muerte del activista Carlo Giuliani, en Génova, en una manifestación contra el G-8, que dio lugar a un tipo de ritualización muy similar. O el movimiento global a través de internet llamado ghostbike, bicicletas fantasma, que cada vez que se produce la muerte de un ciclista se pone una bicicleta pintada de blanco en el lugar donde se produjo el atropello. La red es en este momento el lugar de la ritualización del duelo.

-Habla usted de la “industria del miedo”, ¿a qué se refiere?

-Me refiero al interés del poder por que la gente sienta miedo y que la mayoría se paralice y deje de actuar por miedo. En Estados Unidos fue muy claro.

-Es un elemento de control.

-El sociólogo francés Foucault lo decía de forma muy clara, a través del miedo se controlan las personas y los cuerpos, porque la parálisis que produce el miedo lleva a la inacción, y eso interesa al poder. En el caso del 11-S en Estados Unidos se vio muy claramente la retórica del miedo: del miedo al otro, del miedo a más atentados, a que enviaran cartas con ántrax. Eso va calando en la sociedad y sería muy interesante estudiar qué hay detrás de potenciar socialmente esos miedos y a quién beneficia.

-¿El miedo al inmigrante?

-El miedo al otro incluye a quienes están en los márgenes. Antes había también el miedo a la mujer. Se trata de alejar de los grupos de poder a todos los que puedan hacer cambiar cosas e incluye el miedo al inmigrante, sobre todo ahora que hay más desempleo. El propio miedo a la crisis es un componente de inacción importante.

-La reacción popular ante el 11-S y el 11-M fue muy distinta. Mientras en EE UU fue una exaltación de patriotismo y se puso en la diana a un enemigo, en España los mensajes eran de paz.

-Incluso iconográficamente. La presencia de la bandera que hubo allí no la hubo aquí. Aquí las banderas eran de muchos países y en muestra de solidaridad. En España había una identificación completa con Madrid y los trenes en los mensajes, que decían frases como “Colombia es Madrid”.

-Ahora investiga la repercusión de las peregrinaciones en localidades de la Costa da Morte.

-Acabamos de empezar. Nos parecía que estaba sin analizar esa zona, porque del camino francés ya se habían hechos estudios. La línea de investigación de mi grupo es los nuevos rituales en sociedades contemporáneas y los procesos de tradicionalización que se dan. Hay muchísimos estudios sobre la peregrinación desde diferentes puntos de vista y sobre la repercusión económica en el Camino de Santiago, pero nos sorprendió que no hubiera estudios sobre el impacto en la vida diaria, los cambios sociales que se están produciendo.

-¿Cuáles, por ejemplo?

-Hemos empezado a estudiar el caso de Olveiroa, una aldea del ayuntamiento de Dumbría, donde se han reconstruido muchas casas como albergues. Había bastante abandono y, como consecuencia de las peregrinaciones, los vecinos se han puesto a reconstruir sus casas y se está volviendo a ocupar el centro de la aldea.

-Estuvo en la cárcel de Carabanchel y participó en los debates sobre su demolición.

-Al final se demolió por completo, no quedó ni la cúpula, que los vecinos querían que se mantuviese. Nuestra contribución era teórica, sobre el concepto de patrimonio indeseado o incómodo. O patrimonio disonante, como dicen los ingleses. Es decir, qué hacer con aquellas cosas a las que se les da un valor pero no son gratas. Hay diferentes modelos de cómo tratar estos patrimonios incómodos que suelen estar relacionados con la memoria histórica.

-¿Es disonante hacer un hotel de la cárcel de A Coruña, símbolo de la represión franquista?

-Es muy importante trabajar con los diferentes agentes sociales para los cuales ese patrimonio tiene un valor. No lo pueden decidir sólo los políticos o los arquitectos. Estamos en un momento en el que tenemos que hablar de la necesidad de democratizar el tratamiento del patrimonio cultural. Es importante que se tengan en cuenta los proyectos de los actores sociales implicados en algo tan emblemático e identitario y que se trabaje con ellos. ¿El uso? La cuestión es cómo se llega a esa solución, que sea de consensuada y no impuesta.