Cada seis segundos alguien fallece por esta patología en todo el mundo, provoca que 80.000 españoles adquieran alguna discapacidad al año, es la segunda causa de muerte en España y se prevé que uno de cada seis ciudadanos lo padezca a lo largo de su vida. Estos son los datos del ictus o infarto cerebral, una patología que aparece cuando se produce alguna alteración en el flujo sanguíneo del cerebro y cuyo día mundial se celebra hoy. "El cerebro precisa del 20% de la sangre que bombea el corazón y tiene un sistema propio de autorregulación, pero si algo se altera aparece esta dolencia", señala la doctora del Servicio de Neurología del Hospital de A Coruña, Camen Lema.

Los médicos tienen muy claro cuales son las causas de esta patología que cada año afecta a 125.000 españoles. "La hipertensión, una diabetes no controlada, fumar o tener alto el colesterol son factores de riesgo", señala Lema, quien asegura que el origen de la enfermedad varía cuando se registra en personas jóvenes. "Ahí suele haber detrás problemas de cardiopatías o enfermedades en la sangre que no estaban diagnosticadas", sostiene.

Pese a que la mayor parte de los pacientes que sufre un ictus son mayores – "en la comunidad gallega la incidencia es alta al tener una población envejecida", señala esta neuróloga coruñesa–, desde la Sociedad Española de Neurología alertaban ayer que los jóvenes fallecidos por derrame cerebral en todo el país superaron a los muertos en accidentes de tráfico durante el año 2008.

A la hora de reducir las secuelas que el ictus pueda dejar, la rapidez en acudir a un hospital juega un papel muy importante. Los expertos aseguran que pese a que cada vez la gente está más concienciada, todavía queda mucho por hacer. "Hace diez o veinte años, la mayoría de estos ataques eran catastróficos porque la gente no identificaba ningún síntoma previo", sostiene Lema, quien asegura que, hoy en día, gracias al control de los factores de riesgo –diabetes, colesterol– que realizan los médicos "es posible detectarlo hasta cuando los síntomas son leves".

Pero la clave está en que el propio paciente reconozca el ictus y acuda a pedir ayuda. "Los síntomas más habituales son la pérdida de fuerza o sensibilidad en uno de los lados del cuerpo, trastornos del habla, no poder hablar bien o no entender lo que se le dice así como problemas de visión o de equilibrio", señala Lema, quien reconoce que el principal problema radica en los que denomina "ataques transitorios". "Hay veces que los síntomas duran poco tiempo porque el cerebro es capaz de compensar lo que le ocurre. Hay que acudir al hospital porque eso es un aviso de que el futuro puede llegar un ataque más grave", resalta esta neuróloga.

Como medidas de prevención, los expertos recomiendan controlar los factores de riesgo, hacer ejercicio de forma moderada y seguir una dieta sana y equilibrada. Además, los neurólogos aseguran que esta patología no es hereditaria por lo que el riesgo es individual, sin depender de antecedentes familiares.