Autonomía. Acudir al médico y recibir todos los detalles de un diagnóstico complicado; preguntar a un gestor las dudas sobre el crédito que necesita; poder enterarse de todo lo que los padres comentan en una reunión del colegio o de vecinos y aportar sus propias sugerencias.

Las personas sordas han contado durante muchos años con sus familiares para resolver estos asuntos cotidianos. Sin embargo, de esa manera las conversaciones se veían sesgadas, filtradas en unas ocasiones por querer protegerles o, en otras, simplemente por ahorrar tiempo. Los intérpretes de lengua de signos han abierto todo un mundo de posibilidades a las personas con esta discapacidad porque ellos son meros traductores y sus servicios son totalmente fieles a la realidad.

Sin embargo, la falta de medios provoca que un elevado número de peticiones no se pueda resolver ya que el colectivo es bastante numeroso. Sólo en la provincia de Pontevedra viven unas 1.700 personas con sordera.

La Federación de Asociacións de Personas Xordas de Galicia (FAXPG) cubrió, en el año 2009, un total de 9.279 servicios (algunos de ellos para personas sordociegas). Catorce profesionales, distribuidos en las seis agencias ubicadas en cada una de las Asociaciones de Personas Sordas de las cuatro provincias gallegas hicieron posible la realización de estos servicios, aunque la demanda cada vez es mayor y se ven obligados a denegar muchas de las solicitudes por falta de medios. El mayor número de demandas procedió el año pasado de A Coruña (2.437), seguida de Vigo (2.253), Lugo (1.643), Ferrol (1.397), Santiago (1.108) y Ourense (441).

"La mayoría de las demandas son de tipo sanitario", explica la intérprete Marta Barcia, que realiza desde hace siete años este trabajo y perteneció a la primera promoción del ciclo de interpretación que existe en Vigo.

Tal y como explica esta profesional, "en este ámbito las personas buscan privacidad; conocer de primera mano las noticias de los médicos y saber todo lo relativo a su enfermedad, sin tener por qué compartirlo con sus familiares". Sin embargo, las solicitudes que reciben del colectivo son de lo más variado. "Desde reuniones de padres, entrevistas de trabajo y gestiones bancarias a otras más curiosas como misas, asuntos policiales o, incluso, operaciones quirúrgicas", enumera.

Los intérpretes facilitan en buena medida la comunicación de las personas sordas, pero no están ahí para resolver los asuntos más cotidianos. "Cada uno tiene que aprender a valerse por sí mismo y hacerse entender en las tareas diarias como ir a la compra", advierte Mª Carmen González, que trabaja como agente dinamizadora en la Asociación de Sordos de Vigo, de la que además es vicepresidenta.

Mª Carmen se quedó sorda a los 4 años al igual que sucedió con sus otros tres hermanos. Tiene tres hijos oyentes a los que "muy pocas veces" ha pedido que le acompañasen a resolver sus asuntos. "Nunca me ha gustado depender de ellos para eso", asegura. Sin embargo, hasta que en 1998 comenzó a funcionar de forma continua el servicio de intérpretes en Galicia, alguna vez se vio obligada a hacerlo.

En su trabajo precisa de los intérpretes para algunas reuniones, hacer llamadas de teléfono y atender a personas con audición que acuden a la asociación por diversos asuntos. "Durante 23 años trabajé como informática en una empresa y no contaba con ningún intérprete; en la mayoría de trabajos en los que contratan a personas sordas (la mayor parte del tipo mozo de almacén o carpintería) no es imprescindible la comunicación y este servicio queda restringido únicamente a reuniones especiales o asuntos puntuales", indica esta técnica, al tiempo que lamenta el hecho de que "a las personas sordas con titulación les cueste muchísimo encontrar trabajo".

Aunque admite que "sería inviable" que hubiera un intérprete fijo en espacios públicos como ambulatorios o ayuntamientos, "sí podrían plantearse tener al menos uno por ciudad que se desplazase por los distintos hospitales para atender nuestras demandas", sugiere.