Cuando Benedicto XVI lo nombró “portavoz” del Vaticano, calificó a Lombardi de “gran experto” en comunicación y transmitió su “confianza” en él para dar a conocer la realidad del Papado y de la Iglesia al mundo.

-Benedicto XVI visitará Santiago el día 6 de noviembre. ¿Conocía Galicia de antes?

-Benedicto XVI estuvo una vez en Santiago en el pasado, pero como todos aquellos que han estado deseaba muchísimo volver, y esta es finalmente la ocasión buena.

-¿Qué le decidió a venir?

-Todos sabemos qué significado grandísimo tiene Santiago en la historia de la fe cristiana en Europa como meta de peregrinación del continente. Y la peregrinación es una forma de devoción profundamente enraizada en la tradición religiosa católica. El Papa sabe muy bien todo esto, tanto que ha incluido en su escudo la concha del peregrino. Por tanto, viniendo a Santiago ve una extraordinaria oportunidad para anunciar la profundidad y la belleza de la fe cristiana y de su enraizamiento en la experiencia humana, en la historia y en la cultura europea, por no decir de toda la persona en camino hacia Dios en cualquier lugar del mundo. El viaje es esencialmente de naturaleza espiritual y pastoral, y no política.

-¿Es un apoyo al Año Santo?

-La visita del Papa fue facilitada por la celebración del Año Santo, como tiempo fuerte de gracia para los peregrinos, pero debe ser vista en la perspectiva más amplia del significado del santuario de Santiago como meta permanente de peregrinación durante siglos y como lugar oportuno, por ello, para lanzar un mensaje universal sobre el valor de la peregrinación hacia los lugares donde el pueblo cristiano se siente misteriosamente invitado a hallar de un modo especial la gracia de Dios, su perdón, su amor, y la amistad de los santos en el camino de la vida.

-En Galicia también se ve la visita como un revulsivo económico. ¿El Vaticano sabe que eso ocurre cuando va el Papa a un sitio? ¿Le molesta, lo asume?

-Es natural que un viaje del Papa llame la atención internacional sobre un lugar. No hay nada malo en ello. Siempre es así. El Papa, naturalmente, no va a Santiago para promover el turismo en Galicia, sino por una razón religiosa, pero está siempre contento del bien de los países y pueblos que visita, también desde el punto de vista humano y económico. Y además sabemos bien que los peregrinos aprecian la hospitalidad y la belleza y la cultura de los países a los que van. Si fueron bien acogidos y respetados, tendrán un bello recuerdo e invitarán a otros a seguirlos. Y si Galicia sabe demostrar ser acogedora para los caminantes y sabe respetar el espíritu y el clima religioso de la peregrinación a Santiago, estará bien para todos.

-El Santo Padre usará el gallego durante su visita, se dice.

-En todos los viajes, si le es posible, habla la lengua del país que lo alberga. En este viaje hablará sobre todo español en sus discursos, pero también usará el latín en las liturgias. En signo de estima y agradecimiento a las diversas lenguas y culturas, el Papa suele pronunciar también algunas expresiones en las lenguas locales, como hizo para escoceses y galeses. Por tanto, es normal esperar algunas palabras en gallego y en catalán.

-La visita del Papa será rápida y solo 6.000 personas lo verán en el Obradoiro. ¿Por qué no un baño de multitudes?

-Ya es algo bellísimo que el Papa vaya a Santiago por el Año Santo respondiendo a la invitación del Arzobispado y del Gobierno. Es un acto de grandísimo significado. Todos querrían tener al Papa largo tiempo con ellos, pero no es posible. Por otra parte, hoy los medios de comunicación, la televisión e internet en particular, permiten a muchísimos ver, escuchar y participar incluso si no están físicamente presentes. Por lo tanto no serán solo 6.000 a unirse al Papa en Santiago, sino un número inmenso de personas en todo el mundo. Y un evento así permanece profundamente en la memoria y el corazón, al margen de las pocas horas de permanencia física del Papa. Incluso un encuentro breve puede marcar la vida en profundidad. Debemos prepararnos bien para vivir intensamente esas pocas horas para que su efecto sea largo.

-Usted acompaña a Benedicto XVI en sus viajes. Algunos dijeron que la recibida en Gran Bretaña fue fría. ¿Es mejor ir a un país de mayoría católica?

-En todas partes la acogida fue cordial y atenta. Naturalmente, en países de gran mayoría católica las masas eran más numerosas que en otros de mayoría ortodoxa o con otras confesiones cristianas y avanzada secularización, como Reino Unido, pero también allí vimos mucha gente entusiasta o respetuosa al escuchar al Papa. Y es justo que el Papa visite la Iglesia en las diferentes situaciones en las que se halla. Cada viaje es diferente, pero es siempre una bellísima experiencia de acogida y de afecto de numerosísimas personas, empezando por los fieles católicos, y así será también en Santiago y Barcelona.

-¿El criterio más importante es la seguridad? ¿Dan ustedes las consignas de aforos?

-Cuando el Papa acepta una invitación para un viaje, este se prepara en diálogo entre la comunidad local -religiosa y civil- y los colaboradores del Papa. La comunidad local hace muchas propuestas para el programa de la visita. Los colaboradores del Papa dan indicaciones a los responsables eclesiásticos y civiles, explican qué cosas es posible esperar y cuáles no, cuánto pueden durar los diferentes eventos para respetar las fuerzas del Papa, cuántas personas puede saludar personalmente, qué medidas de seguridad son oportunas, qué se necesita para su descanso y alojamiento, etc. El Maestro de celebraciones litúrgicas del Papa se pone en contacto con los responsables locales de la liturgia por lo que respecta a la ceremonia. La seguridad -de la que se ocupan las autoridades civiles locales- es un aspecto importante de la visita, pero no el que más. Es justo preocuparse por la seguridad de un modo razonable, pero nunca existe la necesidad de alejar el Papa de la gente por este motivo.