A las once y media de la mañana del 29 de julio de 1990, el avión privado de Madonna aterrizaba en Peinador. Era la primera vez que un artista de la talla de "la Reina del Pop" incluía una ciudad gallega en una de sus giras. Y no era una gira cualquiera, sino "The Blond Ambition World Tour", ("Gira mundial de la Ambición Rubia") espectáculo considerado como el mejor de la cantante y que será recordado por la polémica que suscitaron sus continuas alusiones sexuales y religiosas.

En una época en la que que los gandes artistas que visitaban España no salían de Madrid y Barcelona, que la diva hiciese un hueco para una ciudad como Vigo parecía un milagro. En cierto modo, sí hubo intervención divina, ya que Vigo se hizo con uno de los dos conciertos que fueron cancelados en Roma debido a la oposición de la Iglesia.

Si el Papa nos dio la oportunidad, quien hizo todo lo posible por cazarla fue el por entonces alcalde Manuel Soto, que desembolsó los 100 millones de pesetas que pedía la cantante, más los 30 requeridos para la producción del concierto. Fue duramente criticado por este gasto, pero el responsable de la organización del concierto, Bibiano Morón, considera que Soto no sólo puso el cheque, sino también el "valor" que hacía falta para "apostar por la modernidad de la ciudad". Morón está convencido de que este concierto fue clave para que a lo largo de la década visitasen Balaídos otros "grandes" como Dire Straits y los Rolling Stones.

Hicieron falta 36 camiones para transportar las 30 toneladas del material de sonido y 70 operarios para montar en tres días un escenario de 50 toneladas, bajo el que se escondía un restaurante que la organización tuvo que improvisar tras las gradas para alimentar a todos los músicos y técnicos que acompañaban a la americana. De todo esto se hizo eco la prensa, que en los días previos a la actuación recogía hasta el más mínimo detalle, como la marca del coche que la llevaría hasta el estadio.

Rosa y celeste

Toda esta expectación no fue suficiente para vender las 44.000 entradas que llenarían Balaídos. Bibiano Morón señala que "la asistencia no fue patética pero tampoco espectacular". Marcos Lorenzo, que con 17 años fue uno de los 20.000 asistentes al concierto, justifica la cifra: "Ahora todo el mundo se desplaza y las entradas se agotan en dos minutos, pero la franja de edad de los espectadores va desde los 15 años hasta los 50, y de aquella iba la juventud y poco más".

Tampoco ayudó que Prince actuase en A Coruña a la misma hora, un pique que la propia Madonna reconoció: "Gracias por elegirme a mí", dijo poco después de que los teloneros, Siniestro Total, le cediesen el escenario. Ese fue el primer paso para ganarse a un público que se metió en el bolsillo con un truco algo facilón, pero efectivo: en la tercera canción, "Causing a commotion", apareció con la camiseta número 5 del Celta, que previamente había pedido a la organización. "Se la veía muy contenta con ella y se la llevó cuando se fue", asegura Morón.

Los vigueses pudieron ver a la Ambición Rubia enfundada en el famoso corpiño rosa de Jean Paul Gaultier y culminando una interpretación orgásmica de "Like a Virgin" al grito de "God!" (Dios). Tras esta invocación, el escenario se convertía en una capilla repleta de cilicios, en la que interpretaría la polémica "Like a prayer". Este era el primero de muchos cambios de decorado, cada uno de los cuales iba acompañado por otras tantas mudas de vestuario para una Madonna que era cabaretera, sacerdote, arpista o sadomasoquista según el tabú que quisiese romper con cada tema. Masturbación, homosexualidad o anticoncepción, la diva no dejó títere con cabeza, y los vigueses la adoraron por ello.

La intensidad física del espectáculo y los constantes números de baile hicieron dudar que cantase en directo. Bibiano Morón asegura que "cantó todas y cada una de las canciones, pero el sonido era tan bueno que a veces parecía playback". "Yo quiero creer que los rumores eran falsos", dice Marcos Lorenzo, que a día de hoy conserva la entrada y se considera más fan de la rubia que hace veinte años. "Ese día tenías que ir incluso si no te gustaba", asegura."Era el acontecimiento del año".