El auditorio de Castrelos estaba a reventar para recibir a la cantante y multiinstrumentista norteamericana Norah Jones. Llegada de su último concierto en Cascais, estrenó el ciclo de conciertos de verano en el auditorio teloneada por su propia compañera de grupo, la guitarrista Sasha Dobson. La actuación de la trovadora Sasha estuvo formado por piezas acústicas, una versión del standard de jazz My man que Billie Holiday hiciera famoso, o una tema que nos llevaba a la bossa nova y a reminiscencias de O grande amor de Jobim. Este aperitivo sirvió para que Norah Jones pisase escena como acompañante de la telonera antes de presentar sus temas, enfundando su guitarra Fender y aportándole a su compañera su inspiración country.

Después le llegó el protagonismo a Norah Jones. El repertorio del concierto estuvo formado en su mayor parte por temas de su último disco, The Fall (2009). La carrera de la artista había arrancado desde el jazz, con colaboraciones con músicos de relevancia en ese mundo como el guitarrista Charlie Hunter, premios como el que la revista Down Beat otorga a estudiantes y que a ella le fue concedido por su voz delicada y melancólica, o su estreno discográfico con Come away with me (2002) que supuso su catapulta al éxito.

Desde sus primeros pasos discográficos y un jazz de lo más accesible, la cantante fue progresivamente acercándose al country-rock y al pop, de lo que es muestra The Fall. En temas que pudieron escucharse anoche como Even tough, la destacable Light as a feather, Tell your mama, la souly Chasin pirates o la bluesy Man of the hour, es apreciable el rumbo de la cantante que la revista Rolling Stone describe como avant-roots. Mirada a las "raíces" que si bien fue celebrada por la crítica comercial ("avant-roots that rocks!" según la Rolling) defraudó a muchos de los que apreciaban la vena más próxima al jazz de la cantante, de ese jazz calmado y suave que es pop alto standing y cocktail Manhattan del que Diana Krall es el más claro ejemplo.

La mayor presencia de las guitarras y la discreción del piano muestran el viraje de la cantante a lo largo de estos años plasmado en su último disco. La sencillez de sus melodías, que algunas críticas tachan de banal, resultan sin embargo divinas para gente que opina, como el cantante Pablo Máez, que "escucho a Norah Jones y pienso que utiliza tres notas escasas, pero esas tres notas parecen caídas del cielo".

Variedad

Las piezas del último disco se alternaron con muestras de sus anteriores trabajos, como What am I to you que dio inicio, Sunrise o Sinkin´soon. Rindió además homenaje a músicos que dejaron huella en su estilo, como a Tom Waits (Long way home) o Johnny Cash (Cry, cry, cry). También a otros cuya influencia parece más tangencial y cuyos temas adapta ofreciendo su mirada melancólica, como Strangers de The Kinks.

El fervor del público animó a la cantante a ofrecer un postre de calor acústico con temas como Stuck o Lonestar, tanda de bises que cerró un concierto en el que Norah Jones, tanto al piano como a la guitarra, inició con calma y delicadeza una serie de conciertos estivales en el extraordinario auditorio de Castrelos en el que podremos contar en la próxima cita del domingo con la cantante Patti Smith. Otra diva del panorama musical.