Se les conoce como los "alienígenas del espacio interior" por el misterio que les rodea y el hecho de que aún nadie haya conseguido grabarles en su medio natural. Son los calamares gigantes, unas criaturas enigmáticas que han sido protagonistas de novelas, películas y documentales. Sin embargo, aunque durante siglos fueran representados en la literatura como monstruos marinos de ficción, se trata de animales reales.

Los científicos gallegos Ángel Guerra y Ángel González, ambos del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo del CSIC, reúnen en un libro divulgativo las investigaciones que han realizado durante treinta años sobre estos extraños e interesantísimos seres. La obra, que se enmarca en la colección "¿Qué sabemos de...?" se presentó esta semana en la Feria del Libro de Madrid y despertó un gran interés entre los lectores.

El calamar gigante, conocido en la mitología escandinava como Kraken y cuyo nombre científico es Architeuthis, es un cefalópodo que puede alcanzar 250 kg de peso y hasta 22 metros de longitud total. Está considerado un invertebrado emblemático a efectos de la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas.

"No está claro el número real de especies de Architeuthis, no hay consenso entre los especialistas, y la pregunta estará sin una respuesta clara hasta que se consiga realizar un extenso y profundo estudio con el material y las técnicas apropiadas, fundamentalmente genéticas", dicen los autores. Sin embargo, Guerra apunta a que "probablemente sean tres o cinco en todo el mundo".

Las zonas en las que estos solitarios animales viven son Asturias, Terranova (Canadá), Namibia (Sudáfrica) y Tasmania (Nueva Zelanda). Fue en Asturias, en 1999, donde Guerra vio por primera vez el cadáver de un ejemplar de lo que, en estas tierras, llaman "peludines".

"Hay muchas incógnitas por resolver y además sólo trabajamos con cadáveres", justifica el biólogo del CSIC. Aún así, durante estos años han conseguido acercarse mucho a la naturaleza de estos seres. "Sabemos, por el análisis de sus estómagos, que se alimentan de peces, de otros pulpos y calamares; los machos son mucho menores que las hembras y no superan los 60 kilos y los seis metros de longitud". Sin embargo, que su tamaño no anime a nadie a verlos como un grandioso bocado ya que "no se pueden comer pues concentran en el cuerpo mucho amoniaco para que su flotabilidad sea neutra", apuntan los autores del libro.

Un dato curioso es la forma de reproducción, ya que el macho tiene un pene desproporcionado (que puede llegar a alcanzar los 85 cm de longitud) para poder realizar la cópula e implantar esperma directamente en la hembra.

Saben también, gracias a un hueso que tienen en el oído y que funciona a modo de los anillos concéntricos de los troncos de los árboles, que estos cefalópodos crecen muy rápidamente. "Nacen con dos milímetros y en sus sólo cuatro o cinco años de vida alcanzan tan descomunales tamaños", apunta Guerra.

Los calamares gigantes viven en los cañones submarinos, a unos dos mil metros de profundidad, "por lo que su estudio es muy útil para conocer el estado de salud de los ecosistemas submarinos profundos", destaca Guerra que, sin embargo, lamenta que se invierta "mucho menos dinero en conocer las profundidades marinas que el espacio exterior". Y no sólo eso, los científicos destacan también el interés de estos animales para "comprender nuestro propio sistema nervioso, las pautas de las hormonas de crecimiento y el proceso de la senescencia, debido a su rápido desarrollo".

Sin embargo, muchos intentos de grabación han resultado frustrados debido al altísimo coste que supone debido a la dificultad de encontrarlos en la inmensidad del océano.

En el libro, los autores recogen historias, leyendas, mitos y folclore de muchas tierras en las que se mencionan monstruos que atacaban los barcos y devoraba a los marineros que podrían estar relacionados con los calamares gigantes. Ya en la "Odisea", un personaje llamado Scylla tiene visos de ser uno de estos animales. Pero es en el siglo XVI cuando aparece la primera constancia de un ejemplar varado. "Desde entonces, se han registrado unos 650 casos", indica Guerra, un apasionado de la historia.