Tras el éxito de “Festina lente”, Marcos Calveiro (Vilagarcía de Arousa, 1968) regresa a Compostela con “Settecento” (Xerais), una novela que tiene a Venecia, Viena, París y Santiago como escenarios y a un Vivaldi en los últimos años de su vida como hilo conductor. Según su autor, la novela, que fue presentada ayer en el Conservatorio Profesional de Música de Vigo con concierto incluido a cargo de la Orquesta de Cuerda del centro, es una “historia de culpa y redención” que se mueve entre el género histórico y el de intriga.

-¿Cómo surge la idea de esta novela?

-Leyendo un artículo de un musicólogo sobre las personas que traían las maderas con las que se realizaban los instrumentos. Las ideas surgen así, de una fotografía que ves, de una frase que lees...

-¿Cómo es el Vivaldi de “Settecento”?

-Es un artista en decadencia, que vive los últimos años de su vida y que intenta componer su última gran ópera, que resulta ser un fracaso. Vivaldi se da cuenta de que están llegando nuevos músicos y que no se adapta a los cambios. Pero Vivaldi no es el personaje central, sino que es una novela coral, en la que también aparece un joven Casanova de 13 años, una de las alumnas del orfanato donde Vivaldi daba clase, y la cantante francesa con quien, a pesar de ser cura, mantuvo una relación durante años... Es una novela histórica, de intriga alrededor de la última ópera de Vivaldi y también de amor.

-La historia arranca en 1739 y tiene como escenarios distintos países europeos para desembocar en Santiago. ¿Cómo es la Compostela del siglo XVIII?

-Santiago sirve de contraste a Venecia, una ciudad que celebra su carnaval durante seis meses, en los que la gente está obligada a llevar máscaras por las calles, lo que hace que desaparezcan las diferencias y la gente sea libre, mientras que en Compostela sigue habiendo peste, hambruna por las malas cosechas..., pero también llegan músicos de toda Europa para tocar en los oficios religiosos de la catedral...

-“Settecento” ha necesitado un trabajo previo de documentación sobre el Barroco. ¿Diría que es su novela más complicada?

-No porque desde un principio tenía muy clara la estructura de la novela y el final de la historia. Siempre tengo el final y la única vez que no lo tuve, que fue el caso de “Festina lente” tardé cinco años en escribirla. Yo empiezo escribiendo el capítulo final; éste me abre el camino que tengo que seguir para desarrollar la historia y la estructura de la novela. Creo que “Settecento” es mi novela más redonda como artefacto literario.

-Aunque es difícil, ¿en qué género la enmarcaría?

-Tiene un poco de todo porque trata muchas cosas. Es una recreación histórica de Vivaldi, de ciudades como Venecia, París, Viena, Santiago... pero también es una historia de amor. Iba a titularse “La gramática de las máscaras” porque nadie se muestra tal y como es. Todos los personajes esconden algo: pasión, odio, envidia, culpa... Al final es una historia de culpa y redención.

-¿El ser humano continúa ocultando sus sentimiento detrás de máscaras

?

-La humanidad no ha cambiado tanto. Todos llevamos una máscara, desde que nos levantamos.