-¿Es África el continente más perjudicado por la globalización?

-Sí, es más víctima que beneficiaria. No tenemos las mismas condiciones iniciales, tanto del punto de vista económico como de las infraestructuras y de aspectos democráticos. Es una carrera entre coches europeos y norteamericanos y peatones africanos. Pero se están sacando algunos beneficios, como el acceso a internet.

-¿Se han dado pasos por parte de la UE para unas relaciones comerciales justas con África?

-África sigue especializándose en una economía que ya no existe, la exportación de materias primas, sin ningún valor añadido, y la compra de bienes de equipo procedentes de países del Norte, cuando las materias primas son cada vez más baratas, y los bienes de equipo, más caros. La Organización Mundial del Comercio se ha convertido en una entidad anti-desarrollo al proteger sólo a las multinacionales del Norte.

-¿Cómo se puede salir de esta situación?

-Es necesaria una democratización de las relaciones económicas internacionales: justicia y equidad. No se le deben imponer modelos de desarrollo que condenen a África a ser una mera exportadora de materias primas. Los africanos deben elegir modelos de desarrollo al servicio de sus pueblos.

-Se habla de corrupción gubernamental al hablar de muchos países del África subsahariana.

-Son verdades a medias. Para que haya corrupción debe haber un corruptor y un corrupto, y muchos corruptores son los del Norte, a través de sus multinacionales y sus inversiones. Desde la independencia de los países africanos, en 1960, hasta la actualidad, se han contabilizado 300.000 millones de dólares en fondos desviados por la corrupción. Y muchos de esos fondos se encuentran en los países del Norte, en sus bancos y sus paraísos fiscales.

-¿Y los estados fallidos?

-Es un término de la administración norteamericana, que fue más lejos al hablar de “estados delincuentes”. No se trata de defender a Estados africanos en manos de unos impresentables, pero hay que ver el sistema en el que les han incorporado. Con los programas de ajuste estructural le han quitado al Estado africano todas sus funciones económicas y sociales, fortaleciendo sólo su papel de gendarme.

-¿Defiende el panafricanismo?

-Es una de las vías. El Estado-nación de inspiración occidental, el jacobino, nos ha hecho muchísimo daño. El Estado africano debe ser multiétnico y multinacional por definición. Ha llegado la hora de reconocer el pluralismo étnico en África, porque es favorecer la democracia.-¿Con este planteamiento se hubiera evitado el genocidio de Ruanda de 1994?

-Desde luego. Y se hubiera evitado la secesión de Biafra (Nigeria), de 1967 a 1970, con un balance de tres millones de muertos. Y también la de Katanga, fomentada por los colonizadores belgas para mantener sus privilegios en esta rica provincia de la República del Congo. Y se hubiera evitado el reciente ametrallamiento del autobús de la selección de fútbol de Togo en Cabinda, en el marco de la Copa de África. Hay muchas irracionalidades en muchos países como consecuencia de las fronteras coloniales.