"Los nietos son responsables de lo que hicieron sus abuelos", dijo ayer en el Club FARO Reyes Mate, profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Filosofía, refiriéndose a esas responsabilidades heredadas por otras generaciones, como los alemanes en la II Guerra Mundial o los españoles en su guerra civil. Otro tema, capital en sus palabras de ayer, fue la memoria, de la que dijo que, "sin ella, es imposible hacer justicia a las víctimas".

Sobre "La justicia de las víctimas (violencia, democracia y reconciliación)" versó una conferencia suya que le presentó el catedrático de Filosofía Jorge Álvarez Yagüe. Una tesis central de Reyes Mate (y no sólo de él) es que no sólo somos responsables de nuestros actos y de la cadena de consecuencias que desencadenan los actos que cometemos; también de los actos que no hemos cometido pero cuyas consecuencias hemos heredado. "Eso es lo que se llama –dijo– responsabilidad histórica".

Reyes Mate, autor en Anthropos de "Justicia de las víctimas", comenzó en realidad su conferencia hablando de las víctimas: "Víctimas siempre hubo –afirmó– pero eran invisibles. La Humanidad está sembrada de víctimas pero no se les daba significado alguna porque creíamos que con ellas se construía la historia. Incluso había una frivolización del recurso a la violencia en nuestra generación de los 60, entendiéndola como ´la partera de la Historia".

¿Y por qué son incómodas las víctimas? A ese interrogante tiene respuesta es clara: "Porque son muy exigentes. Hasta ahora la cosa era más fácil porque, aunque siempre han estado ahí, eran invisibles. Se hacían públicas en el día del entierro pero luego las pedíamos que hicieran el duelo en privado, que no interrumpieran la marcha de los acontecimientos con su presencia. Ahora son visibles y no sabemos qué hacer con ellas: unos las manipulan y otros proponen que se las compadezca. Pero ellas piden justicia que es otra cosa. Y eso exige que desglosemos bien los tipos de injusticia o daño que el criminal produce en las víctimas: hay daños privados, ceñidos a la persona, daños sociales y daños políticos".

Es necesaria la memoria para Reyes Mate aunque abra heridas y por tanto sólo pueda ser defendida como inicio de un proceso en el que hay que elaborar la experiencia recordada. "Para llevar adelante ese proceso –comentó– cuando hablamos de víctimas producto del terrorismo, hay que hablar en algún momento de reconciliación y de perdón. Son dos términos peligrosos porque suelen ser utilizados para frivolizar todo el proceso. Y suturar las heridas supone recuperar para la sociedad a la víctima y al verdugo. Es un proceso complejo y difícil, pero que hay que tener presente".

El conferenciante opina que durante siglos la memoria ha sido un asunto menor, es decir, algo del orden del sentimiento y, para más INRI, connotando conservación o conservadurismo (por algo se ocupaba de ella fundamentalmente el tradicionalismo). "Pero durante la I Guerra Mundial –comenta– se opera el primer gran cambio (la memoria se asocia a la idea de un progreso con sentido) y antes de la II Guerra Mundial, el segundo (la memoria no sólo produce sentimientos sino también conocimientos). Pero fue la experiencia de Auschwitz la que propicia un cambio cualitativo al aparecer, unido a esa experiencia, el deber de memoria. La memoria no sólo es necesaria para conocer bien el pasado, sino que además es un deber. "

El contenido de ese deber anamnético –comenta– lo explica bien el filósofo Adorno cuando lo traduce por "reorientar el pensamiento y la acción para que la barbarie no se repita". Lo que está diciendo es que estamos obligados a repensar la verdad, la política, la ética y la estética teniendo en cuenta la importancia del sufrimiento de las víctimas.

Y, en el proceso de reconciliación, habló de la necesidad del perdón." El perdón es un concepto político que significa liberación de la culpabilidad. Supone ese reconocimiento del daño que se ha hecho, ese desear que aquello no hubiese ocurrido. Y tiene como efecto cambiar la culpabilidad de la que se ha liberado por la responsabilidad de hacer política sin violencia".