Pocos son ya los alimentos que se presentan casi al natural ante los consumidores. Los productos funcionales -aquellos dirigidos a mejorar algún aspecto de la salud- están de moda y cualquier yogur, galleta o leche que se precie debe llevar asociadas las palabras bífidus, isoflavonas, prebiótico o fitoesteroles para no quedar relegado al último estante del súper. Los expertos piden prudencia ante el consumo de estos alimentos. Aseguran que no se trata de productos milagro y que, en en la mayoría de los casos, no está demostrada su eficacia. “Muchas marcas no tienen estudios científicos detrás y no olvidemos que añadir cualquier elemento no natural a los alimentos conlleva sus riesgos”, señala el presidente de la Sociedad de Nutricionistas y Dietistas de Galicia, Miguel Ángel Martínez.

Antioxidantes. Se trata de sustancias que protegen a las células de la acción de los radicales libres, quienes provocan el envejecimiento y algunas patologías como las cardiovasculares. En el mercado hay numerosas firmas de zumos y bebidas de leche que apuestan por este componente que también se encuentra de forma natural en la fresas, el brécol, los aguacates o la zanahorias. Hay que tener cuidado con la dosis que se toma ya que una alta ingesta podría producir el efecto contrario.

Bífidus. El lactobacillus bifidus es una bacteria presente de forma natural en el intestino humano y que incorporada a los productos lácteos favorece la regeneración de la flora intestinal y estimula las defensas naturales del organismo. Es una de las sustancias más extendidas y ya hay leches, papillas para bebés, yogures o quesos que llevan incorporado su dosis de bífidus.

Colesterol. Una de las últimas novedades en el sector de los alimentos funcionales son aquellos productos que prometen rebajar los índices de colesterol o triglicéridos. Varias marcas cuentan con yogures que incorporan a sus ingredientes los fitoesteroles, unas sustancias vegetales que bloquean la absorción del llamado colesterol malo en el intestino. Un excesivo consumo de este producto puede provocar deficiencias en la absorción de las vitaminas A y K.

Desnatados. Cuando los yogures se dividían apenas en cuatro sabores, los desnatados llegaron para revolucionar el sector. Elaborados a partir de leche a la que se le ha extraído la grasa cuentan con menos ácidos grasos saturados que los postres lácteos habituales, lo que beneficia a las personas que estén a dieta o quienes tienen el nivel de colesterol alto.

Edulcorante. Se trata de un aditivo artificial -el más común es la sacarina- que se utiliza en sustitución del azúcar para poder endulzar los alimentos y que supone la base de los productos light. Estos artículos, que surgieron en la década los 70, basaban su promoción en que por su bajo nivel de azúcar eran perfectos para diabéticos o personas a régimen. Los primeros en llegar a las tiendas fueron los refrescos pero ahora se pueden encontrar desde mantequillas y galletas hasta cervezas o donuts light.

Fibra. Este hidrato de carbono, que el organismo no puede digerir ni absorber, se expulsa a través de las heces y por ello, se recomienda su ingesta para evitar problemas de estreñimiento, regular el nivel de colesterol o prevenir dolencias en el colón. Desde yogures que nos prometen ir con regularidad al baño, cereales que proponen un plan especial con el mismo objetivo hasta galletas enriquecidas con el doble de fibra llenan ya las estanterías de las superficies comerciales. Para quienes quieran algo más natural están las verduras, las legumbres o los frutos secos, todos ellos ricos en fibra.

Glucémico, índice. Este índice mide la rapidez con la que el organismo humano asimila un glúcido o azúcar, es decir, en qué medida aumenta o disminuye el nivel de glucemia en sangre. El índice de referencia es el de la glucosa -cien- cuanto más se aleje de esta cifra más tarda en absorverse esta sustancia. Muchos paquetes de galletas ya incluyen esta información muy útil para las personas diabéticas o quienes están a dieta.

Huevos con DHA. La última generación de huevos de gallina son aquellos enriquecidos con ácido docosahexanoico (DHA), una sustancia que pertenece a los llamados Omega-3. Entre las ventajas de su consumo está el equilibrio de las grasas en la sangre, impedir la unión plaquetaria -lo que reduce el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular- o propiciar un favorable desarrollo del sistema nervioso central.

Isoflavonas. Sustancias vegetales, presentes principalmente en la soja, que pueden actuar como estrógenos en el cuerpo y proteger el organismo. Las isoflavonas previenen el desarrollo del cáncer de mama, alivian los síntomas de la menopausia y favorece la absorción del calcio, lo que permite combatir la osteoporosis. Las principales marcas de leche y productos lácteos del país cuentan con artículos enriquecidos en esta sustancia.

Jalea real. Se trata de una sustancia segregada por las abejas obreras jóvenes -de entre cinco y quince días- que se mezcla con sus secreciones estomacales y que sirve de alimento para las larvas durante tres días. Al margen de las cápsulas y ampollas orales de pura jalea, esta sustancia ya forma parte de algunos yogures y productos lácteos del mercado. Son múltiples sus beneficios: estimulante del sistema nervioso, mejora la oxigenación cerebral, aumenta la resistencia a la fatiga, incrementa el número de glóbulos rojos y leucocitos en la sangre y estimula el sistema inmunológico, entre otros.

L Casei Inmunitas. Es un lactobacilo, que se encuentra de forma natural en la flora intestinal del hombre, y ayuda al sistema inmunológico ya que refuerza la cantidad de esta sustancia que ya tiene el propio individuo. Pese a que ofrece algunas mejoras de salud, no toda la publicidad sobre esta bacteria es cierta. Para evitar engañar al consumidor, Reino Unido ha pedido a Danone que retire su spot en el que habla de los beneficios para la salud infantil al tomar su conocido Actimel.

Minerales. Los minerales deben estar presentes en la dieta diaria ya que ayudan en la coagulación de la sangre, en la reestructuración de los tejidos corporales o a fortalecer los huesos. Entre los más importantes destacan el calcio, magnesio, fósforo, hierro o flúor. Pese a estar presente en muchos alimentos -galletas, productos lácteos- suelen ser uno de los reclamos para promocionar un producto dirigido a los más pequeños de la casa (leche con calcio, galletas con el doble de hierro...). Si no se quiere recurrir a un suplemento, alimentos como las lentejas o el hígado son ricos en hierro, cualquier fruto seco en sodio y calabazas, plátanos y zanahorias en potasio.

Nutrientes. Aquellos componentes de los alimentos que tienen una función energética o reguladora. Los nutrientes se clasifican en minerales, vitaminas, hidratos de carbono, lípidos, proteínas y agua. Para conocer la cantidad de nutrientes de cada tipo que hay que ingerir al día están las pirámides de alimentación que desde abajo y hasta arriba (de mayor a menor número) incluyen los cereales y legumbres; frutas y verduras; y carnes, pescados y productos lácteos.

Omega-3. Un ácido graso poliinsaturado, que se encuentra de forma natural en la dieta (sobre todo en pescado azul y nueces), y cuyo consumo reduce el riesgo de sufrir algún accidente cardiovascular. Sus propiedades se descubrieron analizando la salud de la población esquimal, que se alimenta a base de pescado. La industria alimentaria ofrece huevos, yogures, quesos o leches enriquecidas con este ácido. Sin embargo, lo último es lograr que sean las propias vacas las que den una leche rica en Omega-3. Hacia ese objetivo trabajan en la compañía gallega Leyma, quienes han encargado un estudio para conseguir leche enriquecida al introducir en la dieta del animal leguminosas como el trébol blanco y violeta o la alfalfa.

Probióticos y prebióticos. Los primeros son microorganismos vivos que ejercen efectos positivos sobre la salud. A este grupo pertenecen las bacterias que se introducen en leches fermentadas como los bifidus o los L Casei Inmunitas. Por su parte, los prebióticos son elementos de los alimentos que resisten la digestión en el instestino delgado y que pueden ser fermentadas por la flora bacteriana del intestino grueso. Entre estas sustancias están todos los tipos de fibra (soluble, lignina y oligosacáridos no digeribles) que se encuentran en marganinas, leche o postres lácteos.

Riboflavina. También conocida como vitamina B2 es la estrella de varias promociones de yogures para beber. Su consumo es muy importante para el crecimiento corporal, la producción de glóbulos rojos o para liberar la energía de los carbohidratos. Se encuentra de forma natural en la carne magra, los huevos, las legumbres, las verduras, las nueces o los panes y cereales.

Soja. Esta legumbre de la familia de las papilionáceas -de donde también derivan los guisantes y las judías-procede del sureste de Asia aunque en los últimos años ya forma parte de la cesta de la compra de muchos españoles ya sea en estado puro o como aditivo de leche, yogures, queso o zumos. Es un alimento muy rico en calcio, con lo que previene la osteoporosis y permite el consumo de leche a las personas con intolerancia a la lactosa. Además, evita la retención de líquidos y ayuda a mejorar la salud cardiovascular de quien la consume.

Tensión arterial. La evolución del sector de los lácteos ha llevado a que ya existan yogures que se anuncian como la clave para controlar la hipertensión. Las compañías que los comercializan aseguran que estos alimentos están enriquecidos con péptidos lácteos, calcio y potasio.

Vitaminas. Sustancias imprescindibles para la vida, el ser humano debe ingerir las dosis necesarias de cada una de ellas (A, C, K...) para un correcto funcionamiento del organismo. La industria alimentaria es consciente de que la preocupación de los ciudadanos por cubrir las dosis necesarias y por ello, prácticamente cualquier artículo -desde leche, pan de molde hasta margarinas- viene avalado hoy en día por el eslogan de un plus en vitaminas o enriquecido con vitaminas A, B o C.

X de excitantes. Hay sustancias naturales como la cafeína, el ginseng o el guaraná que estimulan el sistema nervioso y mejoran las funciones psicológicas. Junto a ellas se encuentran las tranquilizantes (valeriana, tila o melisa) que ofrecen el efecto contrario. Con cualquiera de estos ingredientes como base, el mercado ya ofrece bebidas o zumos para estar Off (relajado) u On (más animado).

Yodo. Se trata de un nutriente esencial para el correcto funcionamiento de la tiroides y cuyo déficit puede provocar bocio o hipotiroidismo. De forma natural, se encuentra en los mariscos, el bacalao, la perca, el abadejo o las algas, pero una buena manera de ingerirlo es a través de la sal yodada. La Organización Mundial de la Salud recomienda la yodación universal de la sal pero, por el momento, también se puede adquirir sal marina sin ningún componente.

Zumos energéticos. De los clásicos zumos de naranja, piña y melocotón se ha pasado en los últimos años a un amplio listado de productos que, junto a la fruta, incorporan toda una serie de nutrientes con el fin de mejorar la salud del consumidor.