"La compasión es una barrera arquitectónica más, una forma indirecta de exclusión social. Las palabras compasivas se dicen sin maldad, es cierto, pero te devalúan, te hace sentir un cero en la vida, te anulan. Cuando te caes, viene uno y te levanta, y luego viene otro que te dice: "¡Pobrecito, qué pena!", y eso también es una barrera".

De la compasión, entre otras muchas cosas, habló ayer en el Club FARO Juan Manuel Montilla "El Langui", afectado de niño por parálisis cerebral pero compositor y cantante del grupo rapero La Excepción , ganador de dos Goyas en su primera película, "El truco del manco", a la mejor canción original y al mejor actor revelación, director y locutor del programa Radio Taraska en Radio 3 (viernes, de 5 a 6) y ahora escritor con el libro "16 escalones. Antes de irme a la cama", publicado por Espasa. Presentado por la periodista de FARO Amaia Mauleón, "El Langui", la actitud positiva ante la vida fue el título de la entrevista-coloquio vivida ayer ante un público que abarrotaba el auditorio do Areal de Vigo.

"Yo siempre he sido un tío que se ha valido por sí mismo –dijo "El Langui"–. Mis padres pretendían eso, que el día de mañana no tuviera que estar en una silla de ruedas o con muletas, o sentado en el sofá. Poder coger el autobús, poder atarte los cordones, viajar. No me ponían las cosas más difíciles, sino que no me las facilitaban. Las barreras nos las ponemos nosotros mismos. Son barreras mentales. Y ésas están en todos, discapacitados o no".

¿Y porqué ese libro? Dice Montilla que al hacer canciones siempre estaba secuestrado por la rima, el espacio, el tiempo... y le dieron la oportunidad de desarrollar una idea suya que tenía a la espera de convertirse en canción nada menos que en un libro, un espacio para desarrollarla sin agobios y, sobre todo, una nueva experiencia, un nuevo reto, enfrentarse así a la prosa. Y así escribió lo que él considera una "metáfora vital que se traslada desde los 16 escalones de la escalera de su vivienda que tiene subir cada noche a los 16 valores o actitudes en su vida que le han permitido lograr todo lo conseguido hasta el momento". Valores como el esfuerzo, la alegría, el hip hop, el miedo, la compasión, el equilibrio o la soledad que han estado "presentes y han marcado" la vida del ahora escritor.

¿Dónde escribe cada uno su destino? Eso le preguntó Amaia Mauleón y "El Langui" respondió que hubo un tiempo en que creía en Dios pero ahora tiene fe en las personas y en que hay un destino que hay que trabajar. En su opinión, el destino está en la liberación del interior y en la superación de los miedos, "lo que no quita –afirmó– para que también piense que todo está predestinado y hay señales que nosotros deberíamos saber interpretar para considerar qué es lo que más nos conviene. ¿La mejor herramienta para hacerlo? Nuestra intuición, es decir, nuestro propio criterio".

Al "Langui" le preguntaron sobre el humor, y se enredó contando varias bromas que él había urdido. Y afirmó que si se vive con alegría uno se mantiene en una condición óptima para emprender cualquier hazaña. "La alegría –dice– es una medicina saludable y la risa, su hermana inseparable. La vida es demasiado corta para dejarse llevar por el pesimismo y caer en la frustración. Ríe. Y si es de ti mismo, hasta de tu sombra, mucho mejor". La teoría de "El Langui" es conocida y la formula dice así: " Yo siempre digo que no puedes cambiar el mundo pero sí tu actitud. Eso está en tus manos".

Con el hip hop también tiene que ver esa alegría, según Montilla, que afirmó que no hay mundo sin música, está en todo, en las penas, en las alegría, en la paz y en la guerra... De la suya, del rap, dijo que era la libertad de expresión, la música de este siglo, la que puede sacar a un chaval de la calle, ponerle un bolígrafo en las manos para componer ilusionado o hacerle consultar la biblioteca para buscar una palabra cuando nunca había leído un libro. El día que El Langui descubrió el hip hop –comentó– cambió su vida. Se trataba de mucho más que música o moda, era una forma de vida que lo atrapó por su filosofía, su estética y su espíritu callejero. Todo un desafío".

La noche anterior a la de la charla, Montilla había estado en la casa de Diego Cigala y el hijo de éste, de 4 años, cantaba como podía pero con ritmo de rap. " Así le tengo todo el día, macho", le dijo riendo su colega cantante. Y eso le sirvió al "Langui" para reiterar su amor por el hip hop como cultura, y por el rap como manifestación musical de la misma, "con letras que digan algo, que tengan mensajes claros, que no cuenten bobadas o notas vedadas", y para recordar cómo mano a mano con su amigo Gitano Antón y con dosis ingentes de trabajo diario, seguridad en sí mismo, ilusión y ganas, puso en pie su banda, La Excepción.

Lo suyo, sin duda, es una historia de libro. De Carabanchel a la alfombra verde de los Goya saboreando las mieles del éxito musical. Y sobre su experiencia con el cine trató otra de las preguntas. "Esta película –dijo– es fruto de un esfuerzo de varios años. Yo nunca estudié interpretación pero el director de "El truco del manco" lo que me dijo es que tenía que buscar mis propias herramientas, como había hecho con la música. Que no fuera a clases. Desde luego, en la película yo no tengo en común con el personaje más que la minusvalía y el gusto por la música rap". Dice el "Langui" que "el mejor Goya es conseguir superarte cada día. Eso es lo que realmente te abre puertas; ser una persona seria y trabajadora. La suerte influye, claro está, pero como no podemos cambiarla, esforcémonos para que venga".

Respecto al libro, afirmó que aran parte de la culpa de haya visto la luz la tenía Juan Luis Cano, de Gomaespuma, que le animó a lanzarse a la aventura literaria: "Me dijo que si podía con el cine, el programa de radio y la música, también podía escribir mi historia. Eso me hizo perder el miedo, porque lo primero que se me pasó por la cabeza fue plantearme que quién era yo para escribir un libro".