Veinte minutos de Vigo a Cangas; otros veinte de Cangas a Vigo. Cada día, decenas de personas toman el barco que une ambas orillas de la ría para ir a sus trabajos, para volver a casa, para divertirse, encontrarse o despedirse. Durante años. Las miradas perdidas de los trayectos tempranos dan paso a las charlas del mediodía y, en verano, el barco se convierte en una fiesta.

El fotógrafo José Luis Abalo es uno de los pasajeros habituales de este trayecto. Durante 20 años ha tomado fotografías de las personas que realizan la ruta; rostros anónimos que, muchas veces, ni siquiera se percataron de ser centro de su objetivo. El fotógrafo acaba de publicar un libro con una selección de 120 de estas imágenes, todas ellas en blanco y negro, que también se mostrarán en una exposición.

"Comencé en 1987 a tomar las imágenes como una manera de entretenerme durante el viaje, sin un proyecto previo, pero diez años después la idea tomó forma y es cuando realicé el grueso de las fotografías", explica Abalo que, además, realizaba este ejercicio como "una manera de poner al límite mis capacidades para realizar fotografías en un recinto tan pequeño".

Venezolano de padres gallegos, afincado en Cangas desde hace casi quince años, Abalo confiesa que, profesionalmente, no le interesan las historias que hay detrás de las personas que retrata. "Soy bastante frío en mi trabajo y no suelo conocer a las personas que retrato; tampoco lo hice en otros trabajos como el de los retratos de voluntarios del Prestige; soy un simple registrador de la realidad, sin un proyecto artístico detrás", explica.

Su nuevo proyecto es una serie de retratos de mujeres en la calle, tomadas por toda Galicia, en el que trabaja desde 1999. "Es una mujer esencialmente urbana; con mil estéticas pero al mismo tiempo muy parecida; el resultado de la globalización brutal", adelanta.