Un historiador griego documentó con exactitud el momento en el que el gran filósofo Sócrates, pronunció su conocida frase: "¡Cuántas cosas que no necesito!" Lo hizo tras contemplar los objetos en un mercado. Antonio Cañizares tuvo la misma revelación, pero en su caso ocurrió a lo largo del Camino de Santiago mientras recorría –durante un mes y un día– los 780 kilómetros que separan Roncesvalles de Compostela con la colaboración de un burro de castizo nombre, "Don Pepe".

Aunque este dicharachero arquitecto cordobés jubilado confesó que "a Dios gracias "Don Pepe" no habla" porque, si no, habrían tenido "sus más y sus menos a lo largo del viaje", el pollino logró llevarlo sano y salvo a Santiago y por el camino despertar sonrisas –y muchas ganas de sacar la cámara–. Si a Cañizares le encantó el viaje, "Don Pepe" también tuvo sus momentos de gloria y disfrutó, sobre todo, de un cambio de dieta. "Yo insistía en darle pienso y avena, pero él prefería las hierbas del campo", comenta Cañizares sonriente.

"Don Pepe", explica este simpático andaluz, no tuvo ocasión de disfrutar de las galletas que los niños solían darle en la escuela granja de la que proviene, por lo que intentó compensarlo mordisqueando las chaquetas de los peregrinos que se ponían a su alcance para acariciarlo.

Ayer mismo, en el Obradoiro, ante la fachada de la catedral de Santiago, "Don Pepe" recibió de los viandantes todo tipo de halagos y una oportunidad, no desaprovechada, para ejercer su preferencia por las chaquetas flojas. No obstante, no todo fueron luces. Además del ataque de un par de perros que mantuvieron a "Don Pepe" dos días en el veterinario, Cañizares lamentó que, si ya es complicado obtener albergue para una persona, cuánto más para un cuadrúpedo como el que le servía de compañía y vehículo. "Tuvimos muchísimos problemas de alojamiento", asegura. "Lo solucionamos como pudimos, a veces se quedaba bajo un árbol, atado, o recurrimos a establos privados", añade el peregrino.

Al margen de ese pequeño detalle, este visitante fugaz defendió que la ruta jacobea "no tiene que arreglarse nada porque, aunque tiene mucho que arreglar, entonces no sería un sacrificio". "Si haces el Camino y tienes de todo, no sería lo mismo", argumenta.

Este andaluz que emprendió el Camino de Santiago en burro porque "siempre" le han "caído bien estos bichos" y para intentar rememorar los tiempos en que los montaba de pequeño, considera que gracias a esta experiencia "tomas conciencia de que todo pasa y de que el propio Camino es una etapa más en tu vida". Antes de seguir, ya ayer mismo, su ruta hacia Fisterra para finalizar su periplo, el peculiar peregrino admitió que su satisfacción fue incrementándose conforme se acercaba a Galicia en proporción a la "amabilidad" de las gentes que lo atendieron.

Antes de volver a Andalucía, Cañizares degustará la gastronomía gallega, que conoce bien. La tiene bien merecida, o eso cree, "después de tantos menús de peregrino con pasta y pollo. "Los pobres pollos tienen que estar temblando", bromea, antes de seguir viaje.