"Hitler, que soñaba su venganza, la fue cumpliendo en un plan perfecto y las potencias occidentales no pudieron dejarle dar un paso más. Londres y París no podían dar marcha atrás porque sabían que cada concesión había aumentado el hambre del monstruo y el tamaño de sus dientes". Esa fue una de las afirmaciones que ayer hizo en el Club FARO el historiador y periodista David Solar.

"Frenar el nazismo tenía un precio (la Segunda Guerra Mundial)" fue el título de una charla llena de minuciosos datos sobre todo ese proceso que hizo brotar la brutal guerra entre naciones. Presentado por Luis Espada, catedrático de la Universidad de Vigo, lo que sostiene Solar es que esta guerra arranca como "un proceso de venganza por las ofensas de la paz de Versalles. Las condiciones de Versalles fueron muy duras, se entregaron territorios alemanes a otras naciones, se le quitaron las colonias, y se les impuso el pago de una deuda que Alemania habría terminado de pagar este año. Hitler quiere que británicos y franceses rindan cuentas y báscula siempre sobre la puñalada en la espalda de judíos y comunistas. La venganza es uno de los motores que mueven a los humanos y cuando Hitler odiaba a alguien no paraba".

De las palabras de Solar se desprende una opinión clara a la pregunta de si pudo firmarse una paz tras su invasión de Polonia. En su opinión, hubo intentos. Intermediaron suecos y norteamericanos preocupados por el asunto del petróleo y hablaron con Roosevelt, pero ingleses y franceses se habían dado cuenta de que el enfrentamiento era inevitable. Hitler no tenía la menor intención de devolver nada, es más,reclamaba las colonias alemanas. Con Polonia , Austria y los Sudetes Alemania era muy poderosa tenía casi 900.000 kilómetros cuadrados y 130 millones de habitantes".

El conferenciante, que acaba de publicar en La Esfera de los Libros "1939. La venganza de Hitler", y que lo considera como "un hombre desesperado", vivificó con su charla los primeros pasos hacia la culminación de esa desesperación, inyectada a todo el mundo con las maneras histriónicas del nazismo, de la guerra. 1939 es según él el año de un pulso moral. Hitler era la boa constrictor que, en palabras de Churchill, hacía la digestión de territorios y a cada digestión se hacía más fuerte para atacar a una presa mayor. La inquietud sacudía como red eléctrica todas las embajadas.

"Cuando Hitler llegó al poder –dijo Solar– Alemania era una caricatura de lo que había sido y de lo que potencialmente podría volver a ser. Y en sólo seis años y medio había revertido la situación, convirtiendo al país en la primera potencia militar e industrial de Europa como la había sido antes, donde trabajaba el cien por cien de los alemanes".

¿Y qué Alemania halló Hitler al llegar al poder? Según contó Solar, lo que había sido una gran potencia tenía en 1939 seis millones de parados, sus carreteras y ferrocarriles habían quedado atrasados, su ejército se limitaba a cien mil hombres, minúscula su marina e inexistente su aviación; las tierras del Reich habían sido expoliadas y perdidas sus colonias".

El conferenciante se extendió en incontables detalles sobre este proceso del año 1939 que desembocó en la guerra pero dedicó un espacio a sus antecedentes. ¿Cómo se había llegado a todo esto? se preguntó, y recordó aquel año 1918 en que concluyó la Primera Guerra Mundial tras solicitar el Gobierno alemán el alto el fuego a los enemigos, habiendo capitulado sus aliados y llegado al frente un millón de soldados norteamericanos. Entonces, contó, empezó a circular la teoría justiificatoria de "la puñalada por la espalda entre los militaristas germanos. "Según ella –dijo– el II Reich no había sido derrotado por los aliados en el campo de batalla, sino en la retaguardia, carcomida por sus propios socialdemócratas, comunistas y judíos",

Dijo el historiador que uno de los que se creyó "la patraña de la puñalada fue Hitler, entonces un cabo que yacía en un hospital por herida de guerra, sin hacienda, cultura y, luego, tras ser desmovilizado, sin oficio. Un cabo que fue medrando hasta las alturas.

Un ser terrible pero un vendedor de ilusiones

Aparte de un ser terrible, Hitler era un gran vendedor de ilusiones, según Solar. A la población la convence de que están consiguiendo la revancha y el respeto internacional. "Hitler entonces hacía muy felices a los alemanes, el país entero tenía una ilusión tremenda. En 1938 se diseñó el escarabajo, un proyecto en el que participó el propio Hitler, la idea del automóvil popular es suya. Los alemanes imaginaban sus autopistas llenas de escarabajos con la familia feliz a bordo. Los obreros financiaban con parte de su sueldo el proceso, la idea era que en 1950 habrían terminado de pagar sus escarabajos. Había en Alemania unos 700.000 judíos entre ellos bastantes miles eran profesores, artistas, abogados, médicos. Cuando se les impide trabajar esos empleos pasaron a alemanes. El medio millón de judíos que se marchó abandonó o mal vendió sus bienes, que también pasaron a manos de alemanes, así que hay una clase medía agradecidísima a Hitler porque les ha mejorado la vida".

Eso fue en 1939 pero Solar, volviendo atrás, habló de 1919 y de un Hitler que empezó a destacar como anticomunista y a ganar la confianza de sus jefes, que medró en el apesadumbrado clima de la derrota, entreverado por la tesis falsa de la "puñalada por la espalda" y por lo que se llamó la "paz cartaginesa", urdida en Versalles por los vencedores, arengados por Francia y que hubo de tragar Alemania aceptando sus condiciones, la pérdida de la Alsacia y la Lorena, el Sarre, territorios entregados a Checoslovaquia, Polonia y Lituania...

"El temario de Hitler era –contó Sola r– limitado: los comunistas debían ir a la cárcel, los judíos debían dejar Alemania, las deudas de guerra no debían de pagarse, los alemanes debían unirse bajo el mando de un ´hombre de hierro´ hacia un futuro victorioso que terminara con Versalles y ensanchase el Reich hacia los territorios soñados del Este..."