En los tiempos que corren no existe grupo, actor o cantante que carezca de su "merecida" masa de impertérritos fans. Y a los ya conocidos "números uno" en las listas de música se les suman ahora las orquestas de verano. Agrupaciones como Olympus, París de Noia y Panorama, las "tres gracias" de las fiestas gallegas, cuentan hoy en día con su nombrado grupo de fans que colman las primeras filas de las plazas, campos de fiestas y palcos en los que este género musical coexiste.

Los fieles a las verbenas han evolucionado, ya no son la típica parejita entrada en años que daba clases de pasodoble a los jóvenes, en estado pletórico, que pasaban por allí. Ahora, con esto de las redes sociales y el poder de internet, los fans son cada vez más jóvenes, alocados e impulsivos. Entre los múltiples foros de adeptos al movimiento orquestal del verano, destacan sobre todo las mujeres, niñas y adolescentes, que hacen eco de sus obsesiones y delirios románticos hacia los cantantes y músicos que se cuelgan el cartel de "artistas" en estas fiestas.

Entre muestras de cariño y admiración las hay que se dejan llevar por sus instintos más primitivos. Ni cartas perfumadas, ni cajas de bombones; ahora lo que se lleva son las proposiciones y el acoso on line.

"¿Me puede decir alguien cuántos años tiene Marcos, si está casado o tiene novia? ¡No vaya a ser que esté libre y yo sin enterarme!"; "¡Necesito saber si Christian tiene pareja!". Mensajes como estos llenan cada día las entradas de los foros y libros de visitas de las páginas web creadas para y por los artistas de verbena.

Al movimiento fanático que sale de cada uno, también se le suma el que se alimenta entre bambalinas. Las grandes orquestas como París de Noia o Panorama cuentan con su propio merchandising – camisetas, banderines, gorras, cedés recopilatorios...– y, a mayores, difunden en sus "sites" el privilegio único y exclusivo de encontrarse entre la "crème de la crème" verbenera: la zona V. I. P, que sólo es accesible para aquellos afortunados que, con antelación, han enviado sus datos (fotografía, dirección, DNI, y demás) para conseguir el perseguido carné y clave secreta, que les proporciona el acceso a zonas exclusivas de la web, premios y "encuentros privados" en las discotecas en las que se reúnen tras las actuaciones.

Sin embargo, no toda orquesta o banda musical hace alarde de estas armas para avivar a las masas. "Nosotros no fomentamos ese tipo de relación, los que nos quieren seguir lo hacen por amistad. Tenemos una relación más bien cordial, somos una banda humilde, sólo queremos facer música y animar las verbenas", aclara Manoele del Grupo Limón.

Pero el movimiento fan aún va más allá de la devoción, ensoñación y persecución de los integrantes musicales. Cada fan defiende su orquesta como si se le fuera la vida en ello, y no es raro encontrar pueblos, e incluso familias, divididos durante las pocas horas que pueden durar las actuaciones. Cada clan lleva como seña el color de su banderín (blancos para la París, rojos para la Olympus y dedos gigantes para Panorama). Al enfrentamiento "amistoso" que puede haber en los palcos de la fiesta, se le suman los piques en los foros, en los que resuenan acusaciones como las de maleducados, copiones, raros u horteras.

"Vi a la Olympus, a la París y a la Panorama juntas... Aquí si alguien se comió con patatas a alguien sabéis quien fue... ¡LA PANORAMA!", atestigua un fanático en la red.

Nadie dijo que fuese fácil o llevadero estar entre los más grandes. A veces, hay que lidiar con un público alocado, niñas hormonadas u hostiles simpatizantes del enemigo. En definitiva, es el precio que tiene la fama.