Un pub cualquiera de la zona dublinesa del Temple Bar (el epicentro de las copas y marcha de la capital irlandesa). A las puertas de cada local, una línea de personas que salen y entran durante la noche para saborear sus pitillos. En el interior, ni un solo recuerdo de tabaco para el olfato. En marzo de 2004, el país del trébol verde, U2 y Ryanair, se convertía en el primero de Europa en prohibir totalmente fumar en los espacios públicos. Cinco años después, la Comisión Europea se ha puesto como fin regular el consumo de tabaco en áreas públicas con una directiva común para los 27.

Poner de acuerdo a casi 30 países en este punto será tarea ardua, pero no menos fácil será conciliar a fumadores y no fumadores.

En España, ha reavivado el debate la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, informando días atrás de la intención del Gobierno de prohibir fumar en establecimientos de hostelería y espacios públicos. El Club de Fumadores por la Tolerancia avisa de que la medida podría desencadenar en un "segundo botellón".

"Es un paso que no está bien medido porque la ministra no piensa cómo les puede afectar a los ayuntamientos. Al prohibir fumar en los locales, es lógico que la gente salga a fumar a la calle. Va a haber más gente fuera que dentro, con el consiguiente desorden público", explica Javier Blanco, presidente del colectivo y curiosamente, de ascendencia gallega.

Con una opinión totalmente opuesta, Raquel Fernández, presidenta de la Asociación No Fumadores. "Estamos contentos con las intenciones del Ministerio pero hay que tener cautela. Por lo menos, se ve un cambio de actitud. El tabaquismo pasivo es un problema de salud pública", señala.

El Club de Fumadores, no obstante, matiza que "se trata de una cuestión de salud privada, no de salud pública"; al tiempo que intentan romper prejuicios sobre la actual Ley Antitabaco, considerada por este colectivo como "la más dura de Europa" por ser "la única que no permite excepciones. No deja fumar en el lugar de trabajo. Podría haber permitido fumar en unas salas específicas pero, en vez de eso, prefirieron perseguir al fumador", señala. Raquel Fernández discrepa criticando que, en su momento, "no hubo la valentía política de sacar una ley mucho más progresista".

Fumadores y no fumadores tampoco se ponen de acuerdo vaticinando un futuro para el sector de la hostelería si, definitivamente, el pitillo y el puro (así como otras sustancias camufladas) son desterradas de los locales. El Club de Fumadores prevé un futuro difícil para el sector valiéndose de una reciente información de la BBC alertando de que cada semana cierran 52 pubs en Gran Bretaña debido al incremento de la oferta de bares y de la prohibición de fumar. "La Asociación de Maitres de España ha advertido que la prohibición total de fumar en España provocará pérdidas, paro... Hacer todos los espacios públicos sin humo es ir más allá de la defensa de los no fumadores".

Estos últimos, representados por Raquel Fernández, señala que "todas esas consecuencias alarmistas se han dicho en todos los países y en ninguna ha ocurrido. Ese es el discurso de la industria tabaquera en boca de la hostelería. Va a ser todo lo contrario. Vamos a ir más contentos a cenar, a ir de copas, vamos a salir más. Si el fumador aguantó el humo ajeno estos años en los bares, el fumador seguirá yendo pero tendrá que fumar fuera".