En el año 1983, nació y no precisamente con una gaita bajo el brazo. Fue a partir del boom del fenómeno Carlos Núñez cuando el morracense (de la parroquia canguesa de O Hío) Alberto Coya comenzó a fijarse en el instrumento tradicional gallego. Ahora, se ha convertido en un virtuoso al ser el sexto gallego de la historia en conquistar el Trofeo MacCrimmon del Festival Intercéltico de Lorient. Con su hazaña, se sitúa en el podio de los grandes, al nivel de Carlos Núñez, Hevia, José Manuel Tejedor, Edelmiro Fernández o Daniel Bellón.

–Se ha traído el MacCrimmon para casa siendo ésta la tercera vez consecutiva que el premio viene a Galicia. Una hazaña...

–No lo veo una hazaña. Quizás no me ha dado el subidón que había tenido otras veces con otros concursos (Constantino Bellón, As Mariñas de Betanzos...). Pero sí estoy muy satisfecho por haberlo conseguido. Este era el último año que me presentaba y decidí poner toda la carne en el asador.

–En las últimas cuatro ediciones había quedado finalista en el Trofeo, ¿cuál fue su apuesta oficial para llevarse el premio este 2009?

–A diferencia de otros años, toqué con gaita asturiana, arriesgando porque la tengo desde hace tres meses. En este concurso, los gaiteros deben tocar un tema gallego, otro asturiano y uno bretón. Para los gallegos, es más complejo tocar la gaita gallega porque la asturiana es más complicada. Un buen gaitero asturiano tiene más mérito que un gallego, porque el instrumento astur está menos evolucionado que el nuestro, la gaita gallega, digamos, nos lo pone más fácil a la hora de tocar.

–Ha logrado uno de sus sueños ganando este trofeo. ¿Qué tiene en mente ahora?

–Este concurso era un reto, un objetivo personal que me había marcado hace tiempo incluso antes de aprender a tocar la gaita. En principio, pensaba no seguir concursando porque he cumplido las expectativas puestas en los concursos. Llevo seis años concursando y quiero cambiar de rutina. Quiero tener un grupo para disfrutar de la música. En cierta manera, los concursos han sido mis únicas actuaciones. Me han ayudado a coger tablas en el escenario pero también me han dado muchos nervios.

–¿Cree que Galicia ha sacado provecho de ser la invitada de honra en el Festival de Lorient de este año?

–Creo que fue un exitazo rotundo. En el pabellón gallego, había escenario, tiendas de artesanía y restaurante además de stands informativos de Turgalicia. Sólo en los dos primeros días se contabilizaron 30.000 personas y el festival duró diez jornadas.

–Se habla de crisis, de la pérdida de peso de folk, ¿Lorient se escapa de todo ello?

–El festival está en reformas tras el cambio en la directiva, ahora, en manos de un asturiano. El próximo año, cumple 40 años. En este 2009, parece que se recuperó un poco el festival del bajón del pasado año por la disminución en la venta de entradas a causa de la crisis.

–¿Cree que en los festivales gallegos como Ortigueira o Moaña se ven más como reunión de botellón que como espacio de disfrute musical?

–Nunca he estado en Ortigueira, pero sí se transmite más la imagen del lado festivo que el lado cultural. La música gallega debe tener música para la fiesta pero también música exquisita, para escuchar; quizás, más culta, lo que no quiere decir elitista.