Pontevedra y A Coruña son dos de las ciudades que concentran la mayor actividad taurina de Galicia. Sin embargo, y como recogen los estudios realizados por la empresa Gallup (ahora llamada Investiga), sólo el 3 % de los ciudadanos gallegos reconoce ser aficionada a dicha tradición, mientras que un 85% afirma no sólo ser contrario a la misma –o indiferente –, sino incluso detestarla por su carácter de tortura y maltrato. Galicia se posiciona así, como la tercera Comunidad Autónoma con menor índice de afición a los espectáculos taurinos , justo por detrás de Canarias, que ya goza del reconocimiento oficial de Comunidad Antitaurina, y Cataluña que ha presentado un debate ante el Parlament que será votado este verano.

La provincia de Pontevedra, que celebra ya 109 años de tradición taurina, es sede también de un emergente movimiento de protesta social:la Coordinadora Pontevedra antitiaurina trabaja conjuntamente con la mayor organización contraria a la tauromaquia de Galicia, la plataforma Galicia, mellor sen touradas. Una entidad con apoyos nacionales e internacionales que está dirigida por la asociación animalista Libera!, la plataforma europea Stop our Shame (Reino Unido) y CAS-Internacional (Holanda), y cuenta además con la adhesión de otras 28 organizaciones de todo el mundo, entre las cuales destaca una importante participación por parte de grupos ecologistas gallegos como son Verdegaia, Adega, Amigos da Terra y otros sindicalistas como es la CIG.

Con Rubén Pérez como principal portavoz, la plataforma Galicia, mellor sen touradas, que vio la luz hace escasamente trece meses, está llevando a cabo un amplio porgrama que combina la protesta directa mediante manifestaciones y "encierros simbólicos", con la creación de Seminarios de veterinarios y etólogos e incluso ciclos de cine reivindicativos. La plataforma, que se mantiene activa durante todo el año, se encuentra inmersa en un continuo fluir de proyectos cuyos objetivos se extienden en un plazo de dos años. A las manifestaciones que ya se llevan organizando desde 2008 (la última en Pontevedra congregó a más de 500 personas), se les sumarán próximamente nuevas iniciativas. "Estamos preparando un programa de turismo ético, con el apoyo de varias entidades internacionales adheridas, para promocionar aquellos destinos de Galicia que no fomentan el maltrato animal en forma de toreos", explica Rubén Pérez portavoz de la plataforma. A su vez también trabajan en la Iniciativa 2011, con la finalidad de crear un referéndum que recoja la opinión de los gallegos acerca de la tauromaquia y sobre el hecho de que la financiación de la misma parta de la ciudadanía (unos 42 euros por persona al año) y subvenciones municipales. "El proyecto avanza lentamente, ya encontramos la oposición del Gobierno municipal. Al PSOE no le interesa hacer un referéndum que saben que pueden perder; son ellos los que regulan la consellería que otorga la subvención y promociona las corridas", añade Pérez.

Tanto la Coordinadora pontevedresa como la plataforma Galicia, mellor sen touradas tratan de hacer frente a una tradición que confiesan que no tiene nada que ver con la historia gallega y que responde a un ejercicio de "tortura que ni es fiesta, ni arte ni cultura". En su "manifiesto de protesta" ambas organizaciones tratan de negar los mitos que los toreros y ganaderos de lidia difunden como justificación a dicho evento. Entre el mensaje que divulgan resuenan temas como la "hipersubvención" de los festejos taurinos, que no son capaces de autofinanciarse debido a la escasa asistencia a las corridas y que sólo el año pasado supusieron un total de 130.000 euros (en Coruña), o el supuesto del impulso del turismo extranjero, que en realidad es menor pues muchos países de Europa lo consideran reprobable y además está prohibido.

El movimiento antitaurino, que no se cuelga etiquetas políticas de ningún tipo, lleva a cabo una denuncia no violenta para alcanzar sus objetivos. No obstante, como todo movimiento reivindicativo, siempre existen altercados y son bastantes los medios de comunicación y ciudadanos que han acusado de intolerantes y "demonios" a los activistas. Sin embargo, ante tanta desesperanza siempre queda algo por lo que luchar y Pérez asegura que la solución está más cerca de lo que pensamos. La simple "reescritura" de la Ley de Protección Animal de 1996, que prohíbe el maltrato animal, con la excepción de la tauromaquia, o la supresión de las subvenciones públicas a los toros en Galicia, pondrían fin a dicha tradición en un plazo de "dos o tres años como mucho".