Emilio Gutiérrez García, profesor titular del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), aseguró ayer en Mérida, que la anorexia nerviosa tiene "probablemente una raíz biológica", como demuestran las investigaciones con ratas en el estudio sobre este trastorno que dirige y en el que participa la Universidad de British Columbia de Vancouver (Canadá).

"La raíz biológica de la enfermedad está adquiriendo una importancia cada vez mayor en los últimos quince años entre las sociedades científicas", afirma Gutiérrez, que añade que abordar esta enfermedad teniendo en cuenta este factor biológico sería fundamental para elaborar tratamientos psicológicos y farmacológicos eficaces.

Gutiérrez opina que medidas como la modificación de las tallas o fijar una talla 38 como mínimo para las modelos de pasarela son irrelevantes, ya que los cánones de belleza no influyen en este trastorno alimenticio. "La anorexia está descrita desde 1684 y se mantiene bastante constante a lo lardo del tiempo a pesar de los cambios que ha habido en los cánones de belleza. Lo que sucede es que muchas veces no se distingue entre trastornos alimenticios (anorexia y bulimia nerviosa)", explica.

El experto, que explicó esta investigación dentro el curso "Ratas, humanos, cerebros y mentes: mitos y controversias de la psicología actual" organizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de la capital pacense, sostiene que la anorexia no es una enfermedad "autoinfringida" y que la persona tiene menos control sobre la misma de lo que se creía.

La investigación de la Universidad de Santiago ha demostrado además que la hiperactividad que presenta la persona con anorexia no es un acto voluntario para quemar calorías, sino un síntoma de la enfermedad. Según Gutiérrez, los resultados del estudio constatan que esta elevada actividad física es un mecanismo autorregulador que se activa en la rata para combatir la hipotermia (temperatura inferior a 35º) que provoca la pérdida de peso y que padecen ocho de cada diez pacientes anoréxicos.

La investigación en el modelo animal ha demostrado que si a las ratas se les aplica calor ambiental, reducen su actividad física (sobre la rueda) y comen más, y por lo tanto, ganan peso.

Gutiérrez señala que a la hiperactividad no se le ha dado importancia dentro del cuadro clínico de la persona que sufre anorexia, cuando es un aspecto clave a la hora de tratar esta enfermedad aumentando el nivel calorífico del cuerpo.

"La hiperactividad –insiste el investigador– puede ser un síntoma central clave de la anorexia porque la investigación en el modelo animal ha demostrado que el calor la revierte".

Ahora queda por descifrar el mecanismo concreto que se activa con el calor para favorecer la ingestión de alimentos y reducir la actividad física en las personas que padecen anorexia nerviosa. El equipo que dirige Gutiérrez también está investigando si la latitud y el clima son factores que influyen también en la prevalencia de esta enfermedad.