El anillamiento de aves en España supera ya medio siglo de historia. Durante estas cinco décadas de trabajo, se han logrado identificar a seis millones de aves en todo el Estado de las que 120.000 fueron anilladas en Galicia desde que se inició esta actividad en los años 70.

Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, los anilladores reclaman prestar atención sobre una actividad de la que se beneficia toda la sociedad. Sus datos suponen uno de los mejores bioindicadores del mundo para conocer si un ecosistema es saludable según las especies que se localizan en él. Las cifras de anillamiento también se precisan para controlar la aparición de determinadas enfermedades en la fauna e incluso en los humanos como la gripe aviaria, analizando aves migratorias que puedan introducir los virus en el país.

En lo que respecta a los pasos migratorios, Galicia es uno de los lugares más importantes de Europa para el seguimiento de la migración de aves marinas; mientras que la importancia es menor en el caso de otras especies como aves rapaces o paseriformes. En líneas generales, las aves más anilladas en la región son petirrojo, curruca capirotada, verderón, mosquitero común, mirlo, golondrina y gaviota patiamarilla, según el coordinador del grupo de anillamiento Píllara, Manolo Carregal.

Durante el pasado año 2008, los cinco grupos gallegos (formados por 35 personas) lograron anillar 17.608 aves mientras que en todo el Estado la cifra rozó las 358.446, según los datos de la Oficina de Anillamiento de Aves del Ministerio de Medio Ambiente. En toda España, las provincias donde más anillamientos se realizaron el pasado ejercicio fueron Barcelona, Tarragona, Zaragoza, Sevilla y Madrid, superando todas ellas las 20.000 identificaciones.

Los exiguos datos gallegos radican en las limitaciones de personal de los grupos de anillamiento. En el caso de Píllara (grupo de la zona de A Coruña), sólo cuentan con tres anilladores que anillan al año entre 2.000 y 3.000 individuo. En estos momentos, otras tres personas se están formando para integrarse en el grupo. Otros grupos, no obstante, son más numerosos como el Anduriña -O Morrazo, O Salnés, Pontevedra- que cuentan con 8 voluntarios.

En el caso de Anduriña, anillan en la ensenada del Umia-Grove, los estuarios del Miño, en Punta Balea en Cangas, así como en Bóveda (una zona de Monforte en Lugo, paso de la emigración de las aves procedentes de Gran Bretaña), y en ocasiones en O Barco de Valdeorras y A Limia. En el resto de Galicia, también se anilla en el embalse de Cecebre, el humedal de Ponteceso y en Guixán (Corrubedo).

Los datos logrados en los anillamientos (si el animal cuenta o no con parásitos, toma de sangre, información sobre la muda de la pluma, medidas, sexo...) son remitidos por los grupos gallegos a SEO Bird Life, para luego centralizarse en la Oficina de Especies Migratorias del Ministerio de Medio Ambiente. Con ellos, se realizan estudios para averiguar los patrones de emigraciones, la tasa de mortalidad de juveniles y la longevidad, entre otros aspectos.

Desde SEO Bird Life, la secretaria del Centro de Emigración de Aves, Arantxa Leal, destaca que “el principal problema es la falta gente especializada que anille todo el año ya que la mayor parte lo hace en su tiempo libre”.

Por parte de Anduriña y Píllara, se quejan de la falta de apoyo económico de la administración gallega para el anillamiento, siendo los voluntarios los que corren con los gastos de las redes (35-40 euros), cañas, alicates (50 euros) utilizados. Las anillas (una especie de DNI que varía de tamaño según la especie) si son metálicas las paga el Ministerio pero si son de PVC, las pagan los anilladores. Estas últimasa son más cómodas para las aves y su remite (datos) puede leerse a distancia.

Los problemas de los anilladores en Galicia

1.Para anillar, se debe obtener un permiso y para lograr el permiso es obligatorio superar un largo examen.

2.Para presentarse al examen, se debe justificar el haber realizado como mínimo 50 jornadas de campo con anilladores expertos y haber manipulado un millar de aves de 50 especies diferentes. Desde Píllara, indican que estos requisitos dificultan que haya anilladores en provincias donde no hay grupos. Es el caso de Ourense y Lugo.

3.Los grupos de anillamiento sufragan los gastos de material y desplazamientos. Se quejan de la falta de ayudas de las administraciones gallegas para su actividad.

4.Como añadido, existen “dificultades” para conseguir el material en Galicia. Debe ser solicitado a tiendas especializadas de otros puntos de España.

5.Las jornadas de trabajo son complicadas. Empiezan a las seis de la mañana, lo que complica encontrar gente dispuesta a colaborar.