Ellas lo definen como un techo de cristal, una barrera invisible que se encuentran en un momento determinado de su carrera profesional y muy pocas logran franquear. Las mujeres cineastas se preguntan por qué la creación audiovisual en España está casi completamente en manos masculinas: apenas un 9 por ciento de las películas que se producen son dirigidas por una mujer y la participación femenina en guión y producción no alcanza el 19 por ciento. Romper de una vez por todas ese techo de cristal, construido a base de prejuicios empresariales y una larga tradición asumida por todos, es el objetivo que se han planteado un centenar de mujeres cineastas reunidas en CIMA, una asociación nacional impulsada, entre otras, por Icíar Bollaín e Isabel Coixet, y presidida por Inés París, que acaba de abrir delegación en Galicia.

Una treintena de gallegas, entre las que se encuentran las dos únicas directoras de largometrajes (Patricia Ferreira y Manane Rodríguez), así como productoras, guionistas, cortometrajistas, documentalistas y directoras de arte se unen a esta tarea que saben será larga y difícil, pero "ya es hora de hacer algo", asegura Chelo Loureiro, que se ha puesto al frente de la delegación.

"Empezamos reuniéndonos en un café y nos dábamos cuenta de que nuestros obstáculos para el triunfo profesional no eran semejantes a los de los hombres, a pesar de invertir el mismo tiempo y esfuerzo", recuerda. Ese malestar les hizo interrogarse más allá de su propia experiencia y decidieron "poner números" a ese presentimiento sobre la inexistencia de igualdad de oportunidades en el mundo cinematográfico. El estudio "Mujeres y hombres en el audiovisual español", realizado por un equipo de investigadoras de la Universidad Complutense coordinado por Fátima Arranz, les ha dado la razón.

Entre los objetivos que se ha propuesto CIMA se encuentran el fomentar la presencia equitativa de la mujer en el medio audiovisual; defender la igualdad de oportunidades en el acceso a puestos de dirección y promover una imagen no sesgada y más real de la mujer, que ayude a crear imágenes de referencia a las nuevas generaciones. "La ley de género y paridad está ahí y tenemos que conseguir que se cumpla", zanja Loureiro.

El estudio demuestra aspectos en los que las mujeres cineastas salen peor paradas que los hombres. Uno de los más importantes es la diferencia existente en el reparto de las ayudas a nuevos realizadores. El promedio en el periodo 2000-2006 fue de sólo 1 directora y de directores a los que se les concedió la ayuda. De ahí se deriva el "preocupante retroceso" en la entrada de nuevas realizadoras en el periodo de tiempo analizado (10,4% del total de los 355 directores debutantes).

No hay dudas entre las profesionales del sector en Galicia de que el cine realizado por mujeres posee unas características particulares. La directora Patricia Ferreira asegura que las mujeres "inventan personajes femeninos más reales e interesantes que los hombres, además de tratar con profundidad temas esenciales como la violencia machista". Critica cómo "con la excusa de la comerciabilidad, muchos directores rayan situaciones machistas". También Manane Rodríguez detecta un distinto tratamiento de temas como la violencia de género entre los directores y las directoras: "Las violaciones como una mera anécdota no aparecen nunca en las cintas dirigidas por mujeres", ejemplifica.

Este tipo de comportamientos, advierte Ferreira, "no son inocentes". "Nuestro único compromiso es ser conscientes de que somos generadoras de modelos de comportamiento; es muy importante cómo se muestran estos actos en el cine y no se puede pasar por alto".

A Chelo Loureiro le preocupa que "a la mayoría de la gente todos estos aspectos le pasan inadvertidos; lo tenemos demasiado asumido". Nunca una mujer ganó el Oscar a la Mejor Película o Mejor Dirección. "¿Qué pasaría si hubiera ocurrido al contrario?", se pregunta la productora.