Crítico con el trabajo de los buscadores de tesoros, Carlos León es un reconocido arqueólogo submarino que habló en el Club Faro de los grandes naufragios de la historia. Era obligado preguntarle por el expolio de la empresa americana Odyssey del buque español “Nuestra Señora de las Mercedes”.

Para el autor del libro “Buceando en el pasado”, la actuación del Gobierno e este caso, que sigue en los tribunales, “ha sido lenta pero efectiva al final. Lo que hizo Odyssey fue robar, llevarse unas piezas sin permiso, y las tiene que devolver. Es verdad que las han sacado de un sitio muy complicado, probablemente a 1.500 metros de profundidad, y que ningún gobierno sabía que había un barco allí. Esto ha servido para que el Gobierno se ponga las pilas y que no sólo tenga una legislación que proteja los fondos submarinos, sino que la gente la cumpla y que se dé un escarmiento a los buscadores de tesoros”. -Se ha dicho que en el Golfo de Cádiz hay más oro que en el Banco de España...

-En esa zona entraron muchos barcos procedentes de América, pero el mar es muy turbio, con muchas corrientes, y con una gran colmatación de sedimentos. Los intentos allí siempre han sido infructuosos. Intentamos encontrar unos galeones para la Expo 92, pero después de trabajar un año con los mejores equipos no hallamos absolutamente nada.

-La Costa da Morte ha sido durante siglos escenario recurrente de naufragios. ¿La convierte eso en una zona interesante desde el punto de vista de la arqueología submarina?

-Galicia tiene otro problema, que también padece en tierra: el exceso de vegetación. No es el Caribe, resulta difícil encontrar cosas. Donde hay mayor constancia de naufragios, como la Costa da Morte o la Ría de Vigo, siempre se han localizado cosas muy puntuales. Existe mucha sedimentación, aumentada por las mejilloneras. Es una zona muy difícil para bucear, la visibilidad es mala y las aguas, muy profundas.

-Usted participó en la búsqueda de un pecio al sur de las Cíes...

-Desde hace siglos se ha buscado el Santo Cristo de Maracaibo, que fue apresado por la flota angloholandesa en 1702, después de la batalla de Rande, y todavía no ha sido localizado. Hicimos un trabajo de documentación y de prospección por medio de la Comisión V Centenario, y los resultados no fueron los que se esperaban. Tampoco buscadores de tesoros lo han encontrado, no es fácil.

-¿Podemos olvidarnos no ya de reflotar, sino de recuperar algo más que piezas sueltas de los pecios de Rande?

-Rande está por explorar. Las condiciones son muy malas y los resultados siempre serán mediocres. Es todo lo contrario a localizar algo en aguas cristalinas en Andalucía o en Gerona. Pero no descarto que una batalla como la de Rande, que dejó tantísimos restos, dé resultados. Para ello se necesita hacer un trabajo muy exhaustivo con tecnología de teledetección.

“Las naves más buscadas han sido las de Colón”

-¿Hay algún “santo grial” de los naufragios, algún pecio ambicionado por todos los investigadores ?

-Algunos de los barcos que más interés han despertado han sido las naves de Colón, que no se han encontrado. En Panamá localizamos más de 80 hundimientos en archivo, no bajo el agua. De ellos, 46 eran españoles, e incluían una de las naves del cuarto viaje de Colón, “La Vizcaína”. Sabemos que está ahí, en la Bahía de Portobelo, pero no ha sido localizado.

-¿Escasean los profesionales como usted, arqueólogos que sean además buceadores profesionales?

-Sí. Debes reunir muchas cosas: ser licenciado en Arqueología, que te guste la temática naval y que domines el buceo y la náutica. Por eso no hay muchas profesionales así. Se necesitan también restauradores marinos e ingenieros navales, ambos con titulación de buceo profesional.

-¿Cómo debe proceder un buceador deportivo si encuentra un objeto que puede ser de interés arqueológico?

-No tocar nada, posicionar la zona si tiene GPS, hacer alguna fotografía del entorno, dibujar un croquis del posicionamiento y comunicarlo a la Comandancia de Marina o a la Guardia Civil del Mar. Si hay un centro de arqueología submarina, ese es el sitio idóneo. Se trata de documentar un accidente...

-Es como una “escena del crimen”...

-Tenemos que saber dónde se produjo el naufragio, si las cosas están movidas de sitio, si debajo puede haber algo... Mover los objetos lo estropea todo. Y materiales que llevan siglos debajo del agua están muy adaptados a esas condiciones, por lo que se pueden romper al sacarlos a la superficie.