En medio del caos de 'Cité Soleil', uno de los barrios más degradados y violentos de la capital haitiana, el centro regentado por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl se erige como un refugio en medio de calles invadidas por la basura y encharcadas por aguas pestilentes.

Cientos de madres acuden cada año a sus puertas en un último intento por salvar a sus bebés, en muchos casos tras haberlos desatendido, a veces de forma casi inconsciente e involuntaria.

Se trata, según explicó a Efe la hermana María Cristina Dueñas, de mujeres muy jóvenes, incluso de 15 y 16 años, que han sido violadas o que ya tienen varias bocas que alimentar y que se ven desbordadas por los problemas.

"Entonces los niños empiezan a bajar de peso y a manifestar signos de desnutrición", explicó.

A los bebés se les aplica un programa intensivo de nutrición que incluye cuatro comidas al día hasta que recuperan su peso, pero también las madres se someten a un plan de formación orientado a aprender a relacionarse con sus hijos.

"Tenemos todo un programa de formación para que la mamá aprenda a querer al niño, aprenda a darle afecto y comprenda todo lo que supone un niño", relató la religiosa mexicana, quien trabaja en este centro desde octubre del pasado año.

Cuando el pequeño está en el centro, que tiene una presencia constante de unos 80 bebés durante todo el año, las madres deben asumir el compromiso de acudir todos los días durante unos seis meses, tiempo que dura el proceso.

"La madre llega con su bebé y lo primero que hace es darle de desayunar. Después lo cambia, lo baña y lo deja descansando un buen rato", señaló Dueñas, quien subrayó la importancia del contacto entre la madre y el hijo para reforzar la relación afectiva.

Se trata de lograr "que la madre acepte al niño, que le dé de comer, le hable y lo acaricie", explicó.

Madres e hijos permanecen en la institución por la mañana y se marchan a mediodía. "Durante el tiempo que están con nosotras les hablamos de todo lo que debe ser una madre para un hijo y poco a poco se van concienciando", agregó.

La formación incluye charlas y conferencias semanales, pero también ejemplos prácticos.

"A veces cogemos una muñeca y simulamos que es un niño. Entonces se maltrata a la muñeca y la mamá empieza a sufrir. En ese momento se le dice: fíjate, esto es una muñeca; tu hijo siente mucho más", explicó.

La reacción de las madres es muy positiva, ya que "hablan entre ellas, se apoyan y, al final, el testimonio de todos los bebés que se recuperan es lo que hace que sigan viniendo", agregó la religiosa, quien trabaja junto a tres hermanas haitianas, una española, una polaca, una brasileña y una italiana.

Durante el proceso de recuperación de sus bebés, las madres trabajan en la institución, donde se dedican a la confección o a la elaboración de objetos de artesanía y manualidades como tarjetas de felicitación.

La vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, visitó el pasado año la institución y compró 12.000 de esas tarjetas, que su departamento empleó para felicitar las Navidades.

Además de ser un centro de recuperación de bebés, la institución es también un colegio al que asisten 1.300 niños para cursar estudios de enseñanza primaria, así como un jardín de infancia para otros 430 pequeños.

Las hermanas tienen intención de impartir también enseñanza secundaria, pero esto aún no ha sido posible. Mientras, la congregación sufraga los estudios secundarios a 200 menores más.

Frente al centro, construido sobre un antiguo vertedero, está la casa de las hermanas, que llevan treinta años en Cité Soleil y han vivido la dura historia reciente del país.

En esa historia hubo momentos muy duros, como los vividos tras el derrocamiento del presidente Jean Bertrand Aristide, en 2004, cuando Cité Soleil era el reducto de poderosas bandas criminales.

"Les dispararon muy duro, fue muy difícil. Tuvieron que entrar las tropas de la ONU a rescatarlas", relató religiosa.

Las cosas han cambiado ahora, las bandas ya no están tan presentes, pero la pobreza permanece.