“Odyssey ha mentido, ha expoliado, ha robado y se ha saltado todo a la torera”. En estos categóricos términos se expresó ayer el arqueólogo submarino Carlos León Amores, que habló en el Club Faro de “Los grandes naufragios de la historia”. Buceador profesional y crítico con los “cazatesoros”, León Amores denunció la labor de la compañía estadounidense especializada en la búsqueda de pecios, con la que el Gobierno de España mantiene un litigio por el fabuloso tesoro del buque “Nuestra Señora de las Mercedes”, hundido en 1804 frente a las costas del Algarve portugués.

El experto reveló que la empresa norteamericana comenzó sus trabajos en 2003 con un permiso de prospección otorgado para buscar un barco inglés, el “Sussex”. Sin embargo, mintió en cuanto a su objetivo, ya que en realidad pretendía hallar el “Nuestra Señora de las Mercedes”. Para tal fin contrataron a una historiadora especialista en el Archivo General de Indias. “Cuando lo encontraron apagaron la radio para evitar ser detectados y se llevaron todo lo que había, hundido a 1.500 metros de profundidad”, indicó León Amores, que destacó que el buque de prospección norteamericano burló la vigilancia de la Guardia Civil.

Tras ser presentado por la periodista de Cope Vigo María Jesús Argibay, y apoyado por la proyección de numerosas imágenes, el arqueólogo madrileño describió con detalle algunos de los mayores hallazgos en la historia de la arqueología submarina, de la Edad del Bronce a la Batalla de Rande.

Sobre este último hecho histórico señaló que, antes del ataque, se descargó casi toda la mercancía que portaba la flota española, y que los barcos yacen, probablemente, bajo varios metros de fango en la Ría de Vigo, con la dificultad añadida de la escasa visibilidad en las aguas y de los sedimentos producidos por las mejilloneras.

“Santo Cristo de Maracaibo”

El propio Carlos León participó en una investigación impulsada por la Comisión del Quinto Centenario del Descubrimiento de América (1992) para localizar el “Santo Cristo de Maracaibo”, un galeón apresado por los ingleses en la célebre batalla de 1702. Se utilizó un sónar de barrido lateral y un magnetómetro de protones, sin resultados. “Sabemos, por el diario de John Baker, que el barco chocó con un bajo pasadas las islas Cíes y que pasó un tiempo hasta que se hundió -explicó el arqueólogo-. Podría estar en cualquier sitio al sur de las islas”. En cualquier caso, puntualizó que este galeón no se utilizaba para transportar cargamento ni probablemente llevaba una gran carga.

Para este experto, que ha trabajado en el Centro Nacional de Investigaciones Submarinas de Cartagena, la investigación de los pecios de Rande “no es, políticamente, una prioridad porque están bajo el agua y no se ven, y además es muy costoso”.

Expolio constante

Según ha podido comprobar, llevamos sufriendo un expolio constante de quienes han sido pioneros en el buceo, los franceses. “En Mallorca y la Costa Brava algunos solían expoliar los fondos para luego vender ánforas y otros objetos en el mercado de las antigüedades”, comentó durante el coloquio.

También el estamento militar ha tenido un papel en el proceso. “En el Centro de Buceo de la Armada hay muchas más piezas arqueológicas que en el propio Museo Arqueológico de Cartagena”, subrayó.

Destacó que la Guardia Civil del Mar tiene cada vez mayor conocimiento de los naufragios en aguas españolas, aunque su prioridad sea evitar el narcotráfico y el tráfico ilegal de personas.

La ley española de 1985 establece que toda excavación o prospección arqueológica deberá ser autorizada por la Administración competente. Sin embargo, esta legislación no ha amparado a numerosos barcos españoles expoliados en América. “Vengo de la República Dominicana y allí el buscador de tesoros se queda con la mitad del cargamento”, lamentó Carlos León.

“El de Mazarrón es el barco antiguo mejor conservado del Mediterráneo”

Carlos León Amores relató las historias de fascinantes hallazgos de naufragios, desde la Edad del Bronce al siglo XVIII. Barcos romanos, fenicios, vikingos y del siglo XVI, como el “Mary Rose”, buque de la flota de Enrique VIII, quien tuvo la idea de colocar cañones en el costado del barco. En plena batalla contra los franceses, el agua entró por las portas de los cañones y el barco se fue a pique.

Otro naufragio más bien vergonzoso fue el del “Wasa”, ocurrido durante su misma botadura en Estocolmo, en 1626. Por su deficiente diseño, indicado por el rey Gustavo II, el galeón se hundió rápidamente y pudo ser recuperado entero en el siglo XX para convertirse en la pieza central de un museo.

Más modesto pero igual de apasionante fue el hallazgo de una embarcación fenicia del siglo VII a. C. en la concurrida playa de Mazarrón (Murcia), hace unos años, y a tan solo 2.5 metros de profundidad. Según Carlos León, que participó en la investigación, “el de Mazarrón es el barco antiguo mejor conservado del Mediterráneo”.