Elisardo Becoña lleva años realizando estudios sobre la influencia de las drogas en la juventud. Su campo de especialización son las conductas adictivas y, en especial, el tratamiento del tabaquismo y la prevención de las drogodependencias. Catedrático de Psicología Clínica en la Universidad de Santiago, dirige además la exitosa Unidad de Tabaquismo de esta institución. Recibió en 2001 la Cruz Blanca al Mérito del Plan Nacional sobre Drogas además del premio de Investigación en Prevención de Drogodependencias de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid.

-Según el estudio, el alcohol es la sustancia más valorada a la hora de buscar sexo los fines de semana. ¿La cultura del botellón es la culpable?

-Estos contextos recreativos son cada vez más frecuentados por los jóvenes. Todo este entramado en el que hay drogas, sexo rápido y alcohol, influye en las conductas de riesgo. El alcohol es la sustancia más disponible y por eso, la más valorada. Este tipo de diversión se extiende a todos los países mediterráneos y se pretende exportar. Interesa mucho al negocio del alcohol, y por eso es difícil frenarlo. Pero nosotros analizamos los grupos de alto riesgo; los que se embriagan dos o más veces al mes.

-¿Y emborracharse dos o más veces al mes no es algo que hace la mayor parte de los jóvenes?

-Afortunadamente, no todos los jóvenes que van de botellón se embriagan. Aproximadamente, un 60% de los jóvenes tiene este tipo de diversión y, de ellos, un 30% se embriagan, por lo que en total el grupo de jóvenes en riego es un 20%. Algunos lo superarán, pero otros desarrollarán problemas de alcoholismo, drogas y otros derivados como los embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y fracaso escolar.

-Resultan llamativos los testimonios de los chicos, que sólo describen las ventajas de las drogas y apenas perciben los riesgos.

-Los jóvenes acostumbran a ver sólo esa parte buena, al menos mientras no les hacen daño o hay una dependencia. Esa baja percepción del riesgo aumenta más la probabilidad de consumo. En los últimos años hay una normalización de las drogas y son jóvenes totalmente normales los que las consumen. La mayoría de los padres ni se lo imaginarían.

-¿Es un camino sin retorno? ¿Hay una forma de hacerles considerar esos riesgos?

-Hay que seguir haciendo hincapié en la prevención y en la educación y regular la vida recreativa, aunque en España parece imposible que se aprueben las leyes. Divertirse es muy bueno, pero siempre con unos límites. Hay padres que no consideran que dejar a un menor de edad volver a las 2 de la mañana aumenta el riesgo de consumo de drogas y embriaguez.