"Sin entrar en honduras, en el discurso hablo de la faena, de la memoria -la histórica y la otra-, de la imaginación, de las hogueras de libros, del cine, de la televisión, de las armas de destrucción masiva, del escritor anómalo y de Groucho Marx", ha dicho Marsé en respuesta a un cuestionario enviado por Efe.

Marsé, un escritor habitualmente poco accesible a la prensa, casi invisible para la mayor parte de los medios de comunicación, se encuentra estos días en el punto de mira de los focos periodísticos muy a su pesar, como ya se demostró el pasado 27 de noviembre cuando se enteró de la noticia de la concesión del premio al volver a su casa de una visita rutinaria al médico.

Cuando se le pregunta si supone una responsabilidad añadida el hecho de ser el primer escritor catalán que recibe el Cervantes, el autor de "Últimas tardes con Teresa" responde con claridad: "Yo no soy un escritor catalán. Soy catalán y escribo en castellano, usted verá dónde se me ha de situar".

El jurado del Cervantes argumentó entonces su decisión por "su decidida vocación por la escritura, venciendo los elementos personales y su dura vida, y por su capacidad para reflejar la España de la posguerra".

En esa argumentación sí que está implícita la consideración de la distinción a Marsé como el premio a una generación, la nacida en las dos décadas anteriores al estallido de la Guerra Civil española.

"Me gustaría pensar -comenta Marsé- que (el Premio Cervantes) es el reconocimiento a una determinada generación" y añade: "Desde luego, muchos escritores y poetas de mi generación merecían el premio tanto o más que yo, por ejemplo, Jaime Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Juan García Hortelano, Pepe Caballero Bonald, Gabriel Celaya o Luis Goytisolo".

Cuando anuncia que hablará del "escritor anómalo" se refiere fundamente a esa 'anomalía' de los autores catalanes que escriben en castellano, que han dado forma a la dualidad cultural y lingüística tan peculiar de Cataluña.

Sin embargo, en las palabras que Marsé ha preparado y pulido en las recientes vacaciones de Semana Santa en su retiro de Calafell "no habrá ánimo de polémica, sino más bien de colaboración", porque, como él mismo apostilla, "dominar dos lenguas, leer y escribir en dos lenguas, siempre es mejor que hacerlo con una".

El escritor barcelonés confiesa: "no tengo problemas de identidad nacional" y, para disipar cualquier duda proclama: "Mi patria son los libros, cualquiera que sea la lengua en la que estén escritos".

A pocos días de recibir el Premio Cervantes, la pregunta sobre el Quijote y su autor es inevitable. Marsé leyó enteramente la obra cumbre de la literatura universal por primera vez en 1949, cuando apenas tenía 16 años, y aún hoy relee algunos de sus pasajes preferidos, entre ellos el capítulo XLIX, "De lo que le sucedió a Sancho Panza rondando su ínsula" y los siguientes, en la Segunda Parte.

"Con El Quijote, Cervantes inventó la novela moderna, es bien sabido. Por tanto, le debemos todo", declara solemne.

El autor de "Rabos de lagartija" y "Si te dicen que caí" ya estaba preparando una nueva novela cuando se enteró en noviembre de la concesión del Cervantes.

Una nueva novela de la que apenas reveló que "tiene que ver con las novelas que a mí gustan, como 'Rabos de lagartija', que transcurre una parte en los años 40 y otra en la actualidad".

Unos meses después, ese mismo Marsé revela que "últimamente he podido trabajar poco", pero con un esperanzador propósito: "Reemprenderé la tarea cuando regrese de Madrid. Es lo que más deseo, además de celebrarlo tomando una copa con quien yo me sé", agrega enigmático.