El grupo chileno de cumbia La Noche fue el encargado de inaugurar el concierto, seguido por los dominicanos Marteovenus, promocionados por la faceta de mecenas del rey del merengue, quien les invitó a acompañarle durante su tour.

Sin embargo, el público, que había sido citado a las 21 horas para ver a su ídolo, silbó sonoramente a los jovencitos durante sus últimas canciones, al pasar casi una hora del supuesto inicio del concierto, y sin saber bien quién eran los que ocupaban el escenario, ya que no habían sido presentados.

Tras simular su llegada en un avión, Guerra surgió del centro del escenario, aupado por un ascensor invisible, y se unió rápidamente a la banda de 16 músicos que ya entonaba "Como yo", uno de los temas de su nuevo álbum "La Llave de mi corazón".

Pero la presentación del nuevo disco fue solamente un pretexto para poder repasar e invitar a bailar a los más de 14.000 congregados sus mejores éxitos como "La Bilirrubina", "A pedir su mano", o "El costo de la vida", que le han conducido a vender más de 20 millones de discos.

Y todo ello acompañado por su fiel banda, los eternamente jóvenes 4.40, que bajo la dirección de la pianista Yadira Rosado dieron una lección de buena música con varias aportaciones individuales de los percusionistas, que hasta se atrevieron a imitar la coreografía de "Thriller" de Mickael Jackson.

Con su conocida boina negra, chaqueta oscura y camisa blanca, Juan Luis Guerra levantó literalmente a los presentes, quienes movieron sus cinturas hasta la saciedad con temas como "La cosquillita", un estilo de merengue folclórico recuperado de la tradición dominicana, más conocido como "perico ripiao".

Conexiones con su país natal también las hubo, como una pequeña bandera dominicana posada en una conga, o las imágenes que en las pantallas traseras transportaban a la isla caribeña y a su gente, especialmente a sus niños de sonrisa inquebrantable y trenzas en el pelo.

Después de 25 años de carrera profesional, su repertorio repasa inevitablemente las diferentes etapas de vida, como su paso devoto por el cristianismo, que le empujó a componer temas religiosos como "Las avispas" o "Para ti", presentes en la noche santiaguina.

También salió a la luz la dimensión social del dominicano, cuando entonó "El Niágara en bicicleta", una crítica a la situación de la sanidad en su país, además de adornarlo todo con sus románticas bachatas como "Burbujas de amor" o "Que me des tu cariño".

Junto a su espectacular banda salsera, Juan Luis Guerra tuvo que volver al escenario en un par de ocasiones para saciar las ansias del griterío de las gradas, pero tras dos horas de espectáculo, levantó una bandera chilena cosida a otra dominicana y desapareció tragado por el escenario.

El cantante, quien el pasado año ganó el premio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) como artista de la paz, tendrá como próximos destinos Ecuador y Colombia.