El ex ministro de Cultura César Antonio Molina, los escritores Antonio Gamomeda, Antonio Colinas, Juan Pedro Aparicio, Soledad Puértolas, Carme Riera y Gustavo Martín Garzo no quisieron perderse las reflexiones que Merino hizo sobre el oficio de escritor en su discurso de ingreso, titulado "Ficción de verdad".

Coruñés de nacimiento, Merino pasó su infancia y juventud en León, y hoy, el día en que cierra, "de modo inesperadamente grato, una trayectoria personal" con su incorporación a la Academia, también se sintió arropado por el alcalde de León, Francisco Fernández Álvarez, y por la consejera de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, María José Salgueiro.

Segundos después de la siete, y elegantemente ataviado con el frac que se exige para la ocasión, Merino entró en el salón de actos de la Academia flanqueado por José Luis Borau y Darío Villanueva, los dos últimos académicos en ingresar en la RAE.

El fuerte aplauso de los más de 600 invitados celebró la llegada del nuevo académico, que de inmediato comenzó a disertar sobre los secretos de la ficción, "lo que se inventa, las referencias vitales de ese compromiso, los riesgos, las dudas y las decisiones" que conforman el trabajo del narrador, como diría luego Luis Mateo Díez al darle la bienvenida a la Academia.

Y esos secretos los desveló ante escritores y editores como su hija, la poeta Ana Merino; Andrés Amorós, Adolfo García Ortega, Andrés Neuman, Marina Mayoral, Manuel Longares, Juan Ángel Juristo, Clara Obligado, José María Pozuelo Yvancos, Santos Sanz Villanueva, Fernando Valls y Juan Eduardo Zúñiga.

El amor por las palabras que Merino siente desde niño lo supo transmitir también en su discurso, seguido con atención por el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha; el vicedirector, José Antonio Pascual; el secretario, José Manuel Blecua, y académicos como Luis Goytisolo, Arturo Pérez-Reverte, Gregorio Salvador, Ignacio Bosque, Emilio Lledó, Carmen Iglesias y Margarita Salas.

Merino no necesita demostrar que es un excelente contador de historias, porque sus múltiples novelas y cuentos así lo avalan, pero hoy quiso desarrollar ante los asistentes un breve relato, inspirado en un cuadro del pintor Félix de la Concha, que le permitió desgranar los retos a los que se enfrenta el escritor cuando cruza "el umbral que comunica lo real con lo ficticio".

Sus disquisiciones eran seguidas con atención por el director general del Libro, Rogelio Blanco; la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral; el director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, Gonzalo Santonja; el rector de la Universidad Complutense, Carlos Berzosa, y por editores como Amaya Elezcano, Emiliano Martínez, Antonio María Ávila, Federico Ibáñez, Ana Gavín y Valeria Ciompi.

"Servidora de eso tan escurridizo que llamamos realidad, la ficción construye una forma exclusiva de verdad". Con esa afirmación cerró Merino su discurso, que fue seguido de un largo y caluroso aplauso, tras el cual Mateo Díez repasó la trayectoria del nuevo académico, que, como cualquier escritor, "asume con frecuencia la condición de francotirador del lenguaje".

Tras recibir la medalla y el diploma que lo acreditan como académico, Merino compartió felicitaciones y abrazos con los numerosos asistentes.