Los dueños de la hembra la cambiaron de atuendo trece veces en una ceremonia en la que no faltó música, una alfombra roja y una habitación de nupcias para los perros en esta ciudad, capital de la provincia de Sichuan.

La boda fue dirigida y planificada por una empresa de casorios que declinó facilitar el gasto total de la misma, y sólo desveló que los dueños eran muy ricos.

Los espectadores, según el rotativo local, criticaron el absurdo gasto de una ceremonia para perros en tiempos de crisis global.