"Cuando supimos de la visita tuvimos sentimientos contradictorios", reconoce el padre Elías Ode, párroco en el pueblo de Reina, al norte de Nazaret.

Según él la visita el próximo mayo del Pontífice se produce en "un momento problemático", pocos meses después de "una guerra en Gaza en la que murieron cientos de personas", lo que "puede enviar el mensaje equivocado de que todo está bien, de que no pasa nada".

"El Gobierno israelí trata de sacar brillo a su imagen" con la presencia en su país de Benedicto XVI, por lo que muchos árabes, y no sólo los cristianos, "creen que debería haberla cancelado" tras la ofensiva militar del pasado diciembre y enero contra la franja, en la que murieron más de 1.400 palestinos, en su mayoría civiles.

El custodio franciscano de Tierra Santa, Fray Pierbattista Pizzaballa, asegura a Efe que las críticas "son legítimas", pero que "en la Iglesia no hay discusión: el Papa es bienvenido".

"Después de la operación en Gaza la gente puede preguntarse por qué no ha esperado, pero también puede verse de otra forma: precisamente por lo que ocurrió es importante que venga en este momento, para apoyar a los habitantes y demostrar que, a pesar de todos los problemas, es importante venir aquí", agrega.

En Gaza residen alrededor de tres mil cristianos (la mayoría ortodoxos) y, aunque el pontífice no visitará la franja por motivos de seguridad, las autoridades israelíes aseguran que concederán permisos de viaje para verle a quienes lo soliciten.

Los habitantes de Gaza sufren restricciones para salir de su pequeño territorio desde el año 2000 pero, tras la toma de poder en la franja por Hamás en junio de 2007, el bloqueo es prácticamente absoluto y casi nadie logra entrar en territorio israelí ni, por tanto, viajar a Cisjordania.

El párroco de la Iglesia Latina de Gaza, Manuel Musalam, asegura que "no queremos sólo ir a la misa de Belén, queremos seguir al Papa y debemos tener la posibilidad de acompañarle allá donde vaya", incluyendo a las localidades de Jerusalén y Nazaret, donde pronunciará liturgias multitudinarias.

"Benedicto XVI no viene aquí para encontrarse con judíos o con musulmanes, sino a encontrarse con católicos: nosotros le hemos invitado y viene a vernos", agrega Musalam, antes de matizar que aún no ha recibido los permisos del Ejército israelí que autoricen a viajar a sus parroquianos.

En Belén, feudo de la comunidad cristiana palestina, "muchos no queríamos que viniera el Papa, porque no es el momento más indicado", afirma un cristiano que trabaja en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y pidió no ser identificado.

Según él, además de la agresión contra Gaza hay otros motivos para que el Pontífice no venga a Tierra Santa, como las "políticas de la ocupación israelí, particularmente la expropiación de tierras para asentamientos judíos y las revocaciones de residencia en Jerusalén oriental, que han provocado un gran descenso de la población cristiana en Palestina".

"El Papa dice que viene como un peregrino, pero un peregrino no viene sólo a ver piedras, sino a ver a una comunidad y a estar con los que sufren, que es lo que habría hecho Cristo", dice.

"Vamos a recibirle de la mejor manera, pero también esperamos que el Vaticano sea más claro y tome acciones concretas para frenar las injusticias en contra del pueblo palestino", añade.

La controversia sobre lo adecuado del viaje ha hecho que los religiosos insistan en interpretarlo como "una visita del pastor a su rebaño", vacía de todo contenido político y destinada fundamentalmente a "reforzar a las comunidades cristianas de Tierra Santa", en palabras de fray Pizzaballa.

"Su presencia tendrá mucho peso para todos los cristianos locales", asegura el custodio, quien espera que el Pontífice "haga hincapié en la importancia de mantener la presencia cristiana en Tierra Santa", que mengua sin parar desde hace décadas.