Benedicto XVI pidió ayer “una estrategia coordinada urgente” entre la Unión Europea (UE) y los estados africanos para “impedir que los inmigrantes recurran a traficantes sin escrúpulos”. Durante el Angelus que pronunció tras la misa de Domingo de Ramos, el Papa subrayó también la necesidad de que todos los países firmen un tratado de la ONU contra las minas antipersona, pero dedicó su discurso sobre todo a que Europa no se resigne a las tragedias de los inmigrantes que tratan de llegar a sus costas. La misa, celebrada en una plaza de San Pedro repleta de fieles, entre ellos miles de jóvenes, fue coronada con la entrega a los representantes españoles de manos de los australianos la cruz de la juventud, que presidirá el encuentro mundial de jóvenes católicos de Madrid en 2011.

El Pontícife, que dedicó su homilía al sacrificio, recordó a “los hermanos y hermanas africanos” que han perdido la vida hace pocos días en las barcas naufragadas en el Mediterráneo, en referencia a los más de 200 desaparecidos en el naufragio de una embarcación de emigrantes ilegales frente a las costas de Libia en los últimos días de marzo, y expresó su apoyo “a cualquier medida” para garantizar la necesaria asistencia a las víctimas.

La homilía de Ratzinger estuvo dedicada a la necesidad de sacrificarse para tener una vida plena, y en su discurso aseguró que no existe vida exitosa “sin sacrificio”.

“Si echo la vista atrás sobre mi vida, debo decir que justamente los momentos en los que he dicho sí a una renuncia han sido momento grandes e importantes de mi vida”, aseguró en la plaza de San Pedro, repleta de católicos que portaban ramas de palma y de olivo. Asimismo, subrayó la universalidad de la Iglesia, y que su catolicidad deriva de la renuncia.