Algunas cofradías, que han visto mermados los ingresos por las cuotas de sus miembros, han acordado permitir la participación en los desfiles de los cofrades en paro, aunque no estén al corriente de los pagos, para que nadie deje de salir en la Semana de Pasión.

La devoción está "por encima de cuestiones económicas", explica a EFE Gerardo Sabador, presidente de la Real Federación de Cofradías y Hermandades de Granada, donde se celebra la Passio Granatensis, que conmemora el centenario de la salida del Santo Entierro Magno, origen de la actual Semana Santa, y que el sábado podría congregar a unas 200.000 personas en su recorrido.

Si algún hermano no puede salir, lo asume la Hermandad, de forma callada, añade. Los apuros económicos no se airean. "Es una obra de caridad", uno de los principios fundacionales de estas asociaciones.

Las cofradías se sustentan con una cuota anual de entre 10 a 40 euros, aunque cada una se rige por normas distintas, como distintas son las procesiones en Andalucía, Levante, Aragón o las ciudades castellanas, donde reinan la multitud, el fervor, cornetas y tambores, el recogimiento o la imaginería.

En ocasiones, la salida comporta un donativo o se adjudica en subasta, según el puesto o si se portan símbolos procesionales.

En Cuenca, las pujas para "bancero" (nazareno que porta el paso a hombros) alcanzan una media de 500-600 euros, en las cofradías más modestas unos 200 y en las más ricas hasta 2.000. Este año, una de ellas tuvo que hacer una subasta extraordinaria para poder cubrir todos los "banzos".

"Las más pequeñas son las primeras en sufrir los problemas para captar cargadores", señala Rubén Serrano, de 23 años, el "bancero" más joven de la Hermandad de Jesús con la Caña. "A la falta de relevo generacional, se ha añadido ahora la crisis, pero finalmente salen todas, en la calle no se va a notar".

MAS ARREGLOS EN LOS HÁBITOS

Organizar una procesión, según Gerardo Sabador, cuesta unos 18.000 euros, cantidad que incluye flores, cirios y, lo más caro, la banda de música. La indumentaria depende de cada hermano, aunque hay cofradías que alquilan los hábitos.

Es difícil hacer estación de penitencia por menos de 150 euros, entre el hábito, cuotas y limosnas, aunque las túnicas más caras, en terciopelos o brocados, pueden subir a 900 euros, según la Unión de Consumidores de Andalucía. El atuendo de los costaleros supone unos 60 euros.

Este año hay menos compras, pero más arreglos. "Se han apañado más cosas. Prendas que en condiciones normales se harían nuevas, si la túnica se ha quedado justa o pequeña porque los niños han crecido, ahora se arregla y se aguanta con lo que hay", indican en la sevillana Casa del Nazareno, donde se hacen hábitos, capirotes, cíngulos, escudos, guantes y demás complementos.

"Los nazarenos ahorramos todo el año para participar en los desfiles", asegura a EFE Carlos Ayala, presidente del Cabildo Superior de Cofradías de Murcia, la única ciudad donde los penitentes, unos 15.000, reparten caramelos y regalos.

Allí, los "estantes" cargan el paso a hombros, y sus puestos suelen pasar de padres a hijos. Y los "camareros" visten las imágenes y pagan las flores -entre 1.000 y 1.500 euros- y la música -entre 1.500 y 2.000.

Carlos Ayala reconoce que en Murcia se han "apretado un poco el cinturón" en esas partidas, "pero la cosa va mejor de lo que se pensaba".

Los arreglos florales son imprescindibles, para Vicente Cremades, vicepresidente de Asociaflor-Andalucía. La diferencia puede estar en que las hermandades sustituyan las flores más caras, rosas y orquídeas, por lo tradicional. "Es probable que el clavel se vea más este año".

En Andalucía cada paso de palio lleva entre 200-250 docenas de flores. Los Cristos algo menos.

En Zamora, los conjuntos escultóricos "son tan ricos, que no llevan ornamento por no restarle importancia. Hay faroles, iluminación, pero somos austeros", declara a EFE el presidente de la Junta de Cofradías, Pedro Julián Hernández.

El presupuesto ha sido un poco más bajo, pero no habrá cambios importantes. La Semana Santa -señala- está muy arraigada. Sus 32.000 cofrades son casi la mitad de la población zamorana. "Igual ante un problema social grave no sale tanta gente a la calle", apunta.

La Junta de Cofradías corre con los gastos de salida, subvenciona velas o hachones, y paga la música. Este año destina 100.000 euros para las bandas.

MIRANDO AL CIELO

Hay ciudades en las que ser costalero es un honor. "Aquí nadie se pega por sacar las andas. Y si hubiera que pagar, salía el Cristo solo", señala un integrante de la Junta de Cofradías de Valladolid donde, pese a su tradición, hay agrupaciones que tienen que pedir ayuda a otras "porque no tienen gente para salir".

Este año, la mala situación laboral ha impulsado a la Cofradía Penitencial de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una de las diecinueve de la ciudad, a abrir una cuenta corriente con la que socorrer a los miembros más necesitados.

En Málaga, según Rafael Recio, presidente de la Agrupación de Cofradías, con 40 hermandades y unos 80.000 afiliados, "se ha trabajado más para lograr fondos -con verbenas, rifas o subastas- y la respuesta ha sido masiva. Incluso han destinado más dinero a labor social".

El bullicio y los impresionantes tronos que desfilan mecidos por los costaleros caracterizan la Semana de Pasión malagueña. Gracias a las cofradías subsisten muchos talleres de bordados, orfebrería y cera. "En esta ocasión, la mejor contribución ha sido mantener esos puestos de trabajo", apunta Rafael Recio.

Madrid, donde la procesión que atrae a más devotos es la del Cristo de Medinaceli, que puede congregar unas 800.000 personas en su recorrido, según un portavoz de Hermandades y Cofradías del arzobispado, no conoce recortes. "Salen todas con poquísimos fondos".

Hay otros municipios en los que las "condiciones son tan precarias, que es difícil notar la crisis", como afirma Ramón Basanta, coordinador de cofradías de Lugo.

Algunas hermandades auguran que, si los problemas económicos impiden salir de vacaciones, puede aumentar la asistencia a las procesiones. Y ruegan, mirando al cielo, que la lluvia no impida culminar un año de trabajo. También que la venta de tribunas y sillas complete la recaudación.