José Gómez Alén podría hablar horas, días, del inolvidable Xaime Quessada a quien conoció al detalle en sus últimos 15 años de vida. En el primer aniversario de su muerte (celebrado ayer), a este escritor e historiador aún se le asoman las lágrimas a los ojos al recordar al que fue su gran amigo.

- Usted como biógrafo y amigo del pintor, contará con múltiples anécdotas.

- Yo trabajé intensamente con él en los últimos 15 años de su vida. Tengo innumerables anécdotas. Él era una persona de gran imaginación, muy atrayente... Hace dos años, volvíamos de Madrid en avión. A él, le gustaba mucho la provocación, crear debate. A la vuelta hacia Vigo, en el avión, él me provocó y yo me dejé llevar para acabar los dos en el medio de la aeronave argumentando casi a gritos hasta que en un momento le dije pero "Jaime. ¿A la gente qué le importa si yo soy francófilo y tú anglófilo?". Él me respondió: "Es igual pero ¿a qué lo estamos pasando bien?". Era un personaje irrepetible.

- ¿Y bohemio como el típico cliché del artista?

- Jaime viajó mucho con Acisclo Manzano. Llegó a pintar cuadros en las calles donde provocaba altercados. Era de esos que viajaba por el mundo hasta que el coche aguantase. Sabía cuando salía, no cuando regresaría. Con los años cambió, pero siempre mantuvo sus ideas sobre los artistas y el mundo del arte, basadas en la rebelión. Nunca quiso estar supeditado a los avatares de una galería.

- ¿Consideraba Quessada que los artistas del panorama actual estaban domesticados?

- Él pensaba que había artistas dominados por quien controla el mercado del arte, artistas que sólo buscaban su sentido individual. Ahora, apenas hay exposiciones colectivas, ya no hay grupos unidos por lazos estéticos o políticos. Él mantenía su independencia con respecto a la política. Al igual que Picasso, decía que vendía su trabajo, no sus ideas.

- La negativa a doblegarse a una galería, ¿le pasó factura?

- Él fue una de las personalidades artísticas más importantes de la Galicia del siglo XX. Pienso además que, si se hubiese plegado a la disposición de una galería, hoy sería considerado uno de los grandes de la pintura de España que, en mi opinión, lo es.

- Para compartir esa consideración, es preciso tener en cuenta su trabajo en el seno del grupo Voltaire...

- Él fundó el grupo Voltaire a principios de los sesenta con Acisclo Manzano y José Luis de Dios que luego se extendió a Buciños, Virxilio... Este grupo es el más importante del siglo XX en Galicia.

- ¿Más que Atlántica (renovadores de la plástica en los 80 con Lamas, Patiño, Huete o Monroy)?

- Atlántica sería impensable sin el grupo Voltaire, sin el arte que se promovió antes y durante la transición. Hay que recordar que en 1971, el grupo Voltaire abre su exposición en el Museo de Arte Moderno de México.

- Él, entregado a la rebelión, ¿mantenía el caos en su estudio, a la hora de pintar?

- Jaime daba una impresión externa diferente de lo que era en el ambiente de trabajo. En su imagen pública, era aparentemente caótico, desordenado, entregado a la provocación. Pero en su lugar de trabajo (su taller a las afueras de Ourense), no había desorden. Él era muy ordenado, riguroso, metódico, perfeccionista. Podía pasar días y días pintando sin parar, sin salir del estudio, alimentándose de café y fumando. Trabajaba de noche y dormía de día. Podías llegar a las nueve de la mañana, y ver todo el estudio lleno de pintura tras haber destrozado un cuadro que no le gustaba.

- La enfermedad, quizás, pudo cambiar en parte su forma de pensar, de actuar...

- En junio, estaba en plena forma. En la inauguración de la exposición en el Parlamento Europeo estuvo firmando los catálogos con dibujos incluidos a todos los diputados hasta las dos de la mañana. Esa energía, esa actividad las mantuvo. Cuando supo de su enfermedad, hizo el viaje ala Bienal de Arte de Marbella, ya que era a él a quien dedicaban la edición. Fue su última comparecencia pública. Quessada afrontó la enfermedad con gran dignidad; quiso que los amigos lo recordaran como era, en plena actividad.

- ¿Pudo resultar peor la muerte de su hijo que su propia dolencia?

- La muerte de su hijo fue un golpe terrible; francamente, no llegó a superarlo. Su hijo (Xaime Quesada Blanco) estaba siempre presente en él. Tenía la impresión de que esperaba que de un momento a otro Xaimiño apareciese por la puerta. Precisamente, se creó la Fundación por él.