"¡Cuidado, Jaime, que te vas a caer!". Muchas advertencias como estas se oyeron ayer en las pistas de Samil o de O Castro, que se llenaron de niños que estrenaban los patines, las bicicletas o los triciclos que, durante la noche, les había dejado Papá Noel en sus casas. Un cielo de azul intenso y un sol que brilló durante toda la jornada acompañaron un día festivo en el que los más pequeños fueron los protagonistas y en el que su única preocupación fue jugar y divertirse, en muchos casos, hasta casi el agotamiento.

Un año más, los juguetes con ruedas fueron las estrellas de la Navidad. Patines, en línea para los o los tradicionales de las ruedas en paralelo, acompañados por sus correspondientes cascos, rodilleras y coderas fueron uno de los regalos más numerosos. Marieta, de seis años, explicaba ayer, junto a sus padres Juan García y Ana Méndez, que se los había pedido a Papá Noel después de ponerse de acuerdo con su mejor amiga, Salomé, "para ir las dos juntas a patinar todos los días".

También fueron muchos los niños que aprovecharon la mañana para estrenar sus bicis. "Yo ta tenía una pero ya me quedaba pequeña y por eso quería otra más grande", comentaba Iago, de nueve años, sobre su flamante vehículo rojo y azul. Mientras, sus padres Rosa Fernández y Julián Estévez le veían andar, también acompañaban a la pequeña de la casa, Carmen, de poco más de dos años, en un triciclo que apenas conseguía manejar porque no soltaba de las manos un muñeco de Pocoyó que le había dejado Papá Noel en casa de los abuelos.

Motos y coches teledirigidos, balones de fútbol y de baloncesto, junto a los transformers y muñecos de superhéroes también abandonaron ayer sus envoltorios para hacer las delicias de sus nuevos dueños, que se retaban en carreras, partidos o a sus particulares "guerras".

Pero aunque ayer disfrutaron de Papá Noel, no se olvidaban de la otra gran cita. "Yo le pido mejor a los Reyes Magos porque son tres y pueden traen más cosas", sentenció un convencido Tomás, subido a sus patines.