El Centro Dramático Galego (CDG) no quería hacer una adaptación "academicista" de Bertolt Brecht, sino un espectáculo fiel al espíritu transgresor de los textos del dramaturgo alemán, para lo que eligió a Nuno Cardoso, uno de los directores más destacados de la nueva escena portuguesa, que ofrece una versión que aúna distintos géneros teatrales, incluido el musical. La obra elegida para la que es la primera adaptación del CDG de Brecht es "A boa persoa de Sezuán", que cerrará este fin de semana (sábado y domingo, a las 20.30 horas) la programación de este año del Teatro Caixanova de Vigo. El viernes (18.00 y 19.00 horas), el CDG se acercará al centro comercial Plaza Elíptica para promocionar sus dos funciones en Vigo.

La versión de "A boa persoa de Sezuán" del CDG no pretende escapar a la polémica. La directora de la compañía pública, Cristina Domínguez Dapena, reconoció ayer que se trata de un "montaje transgresor", muy alejado de la idea más clásica del teatro de Brecht. "Cardoso no lo trata como un clásico, sino que ha sido muy libre en sus puntos de vista: cómo plantea las escenas, los actores... Es todo muy chocante. Lo que queda de la China de Brecht es ese "Todo a cien" que todos conocemos. Sin embargo, es muy respetuoso con el texto", explicó ayer.

Según Domínguez, "A boa persoa de Sezuán" es una parábola sobre el bien y el mal cargada de humor ácido e ironía: "Los tres dioses que son enviados a la Tierra en busca de una buena persona la encuentran en una prostituta, que reconoce que se encuentra con muchos problemas para ser buena".

La directora del CDG aseguró que a pesar de tratarse de una obra escrita durante la II Guerra Mundial, en pleno enfrentamiento entre socialismo y capitalismo, la historia continúa vigente. "Es una obra muy actual en estos momentos de crisis del capitalismo", afirmó.

Doce actores dan vida a casi medio centenar de personajes en un montaje para el que el CDG ha vuelto a contar con los diseñadores vigueses Patricia y Francisco Castro, de la firma La Canalla, para quienes este encargo ha sido especialmente enriquecedor al trabajar "mano a mano" con la dirección desde el principio. "La obra rezuma ironía y eso es lo que hemos intentado reflejar en el vestuario", comentó Francisco Castro.