Así, en un país con una tasa de desempleo de cerca del 20 por ciento y salarios medios de 400 euros, el gasto en juego sigue creciendo y desde la asociación de lucha contra la ludopatía "Herz" se cifra en 100 millones de euros anuales los ingresos de los juegos de azar.

En esta época navideña, muchas personas ponen su confianza en el sorteo de la lotería, que tras varias semanas sin ganadores acumula un bote de 2 millones de euros.

Los ciudadanos hacen colas ante las ventanillas de las administraciones de lotería con la ilusión de que les toque la suerte y puedan solucionar para siempre todos sus problemas.

Pero muchas otras formas de apuesta se han desarrollado en los últimos tiempos.

Así, un diario desafía a sus lectores a que despeguen un adhesivo debajo del que quizás se esconde su suerte en forma de coche, motocicleta, dinero, televisor, taza de té o mochila de moda.

Otros periódicos invitan a los ciudadanos a reunir cupones y participar en los sorteos si quieren ganar un piso o un atractivo viaje turístico, que nunca se podrían proporcionar con sus sueldos.

Durante la década de 1990, Serbia sufrió un aislamiento internacional por la política de su antiguo líder autoritario Slobodan Milosevic, y su economía llegó a rozar la parálisis.

Después de la caída de Milosevic, en el año 2000, comenzó el largo y difícil proceso de transición democrática y de reformas en la economía para integrarse en las estructuras europeas y proporcionar a la población una vida normal.

Los especialistas consideran que esos juegos son característicos para las sociedades pobres y en transición, y que su popularidad se reduce con el aumento del nivel de vida.

El sociólogo cultural serbio Ratko Bozovic comentó recientemente en los medios que la vuelta a los juegos de azar en Serbia "es de alguna manera una respuesta de esa gente pobre, que ha perdido la lucha ante la vida y llama a la suerte que le ayude".

"Entonces creen más en la casualidad que en un esfuerzo racional de encontrar un trabajo y vivir con normalidad", indicó Bozovic.

Según este especialista, "en las grandes crisis, se tiene la diversión como una fórmula fascinante de matar el tiempo de la gente, mientras que por otro lado alguien gana dinero".

"Esos juegos son un engaño. La gente juega porque se siente desesperada, y los ven como una salida", declaró a Efe un belgradense, de algo más de 40 años de edad, que asegura no jugar a la lotería pero que tiene amigos que lo hacen con regularidad.

"Es un impuesto a la estupidez", agregó, al admitir que, no obstante, no está mal competir en las cada vez más populares casas de apuestas sobre los resultados deportivos "porque hay más probabilidad de ganar".

De acuerdo con la prensa nacional, hay cada vez más menores de edad adictos a la ruleta electrónica y a las máquinas de póquer.

Algunas organizaciones de prevención de la adicción han anunciado que lanzarán una iniciativa para reunir firmas y pedir la aprobación de leyes que fijen que un porcentaje de los beneficios de las empresas de juegos se dedique a la ayuda psicológica y jurídica de los ludópatas.