Los remedios se pueden aplicar a cada aspecto de la vida diaria, desde el aseo personal, a la cocina, al lavado de la ropa o de la casa y el ocio.

"Nunca los olvidé. Las crisis en Rusia están siempre a la vuelta de la esquina", señaló a Efe Svetlana, profesora de teatro de 55 años.

Los rusos son expertos cuando se trata de vivir con lo mínimo, ya que hace solo diez años (1998) la suspensión de pagos convirtió en cuestión de días los ahorros de toda una vida en papel mojado.

Para empezar, uno debe olvidarse por un tiempo del champú para el cabello y el gel de baño, artículos cuyo precio nos obliga a retirarlos de la cesta de la compra, ya que para eso tenemos el jabón universal.

Las canas tienen fácil solución y no hace falta acudir a la farmacia, uno se puede pintar el pelo con una tintura de manzanilla o con otra hecha de nueces recogidas en un parque.

No obstante, el método más simple es cocer la piel de varias cebollas, se filtra el líquido resultante y se le añade glicerina (5 gramos por cada 100 mililitros), según la revista "Vlast".

La crisis se hace aún más evidente durante el duro invierno ruso, cuando se hace imprescindible la ropa (abrigo y gorro) y el calzado de abrigo.

Si uno sólo dispone de un par de zapatos de invierno, al llegar a casa cada día debe rellenarlos de grano recién calentado para que éste absorba la humedad, con lo que podrá ponérselos al día siguiente sin temor a enfriarse los pies.

En caso de que el frío sea extremo, algo habitual en este país entre diciembre y abril, se pueden untar las piernas con aceite natural, tras lo que éstas se cubrirán con papeles de revistas de prensa no muy gruesos.

"Sólo los ricos pueden dormir tranquilos, nosotros nunca", apunta Svetlana.

Aunque no se trate de descuidar la salud, uno debe acudir a la farmacia lo menos posible y sólo en caso de que los remedios caseros de agua con sal, soda y limón para el dolor de garganta, no surtan el efecto deseado.

Lo mismo se puede decir de las narices taponadas, un par de dientes de ajo en los orificios nasales aliviarán la congestión en cuestión de minutos, al igual que aspirar trozos de cebolla.

Para quitar las manchas, una solución de jabón y un cepillo deberían ser suficientes, en caso contrario habrá que recurrir al vinagre y la acetona, un poco más desagradables al tacto.

Las corbatas se limpian hundiéndolas en una botella de gasolina pura y dos horas después la mancha habrá desaparecido.

El aparentemente inútil serrín de la madera es muy práctico para limpiar las manchas en los carísimos artículos de piel, al igual que los salvados de trigo.

El lavado de la ropa de punto en tiempos de crisis tiene un aliado natural, líquido de mostaza, ideal para lavar los jersey y las chaquetas.

El líquido que se extrae de la cocción de alubias blandas -un kilo por litro- también es muy útil para esas prendas.

Las tareas de limpieza de la casa tienen otro amigo inesperado, el vodka, que sumado al agua se puede utilizar para dejar resplandecientes las ventanas.

El mejor método para quitar las manchas amarillentas de la taza del baño es el ácido clorhídrico, aunque hay que tener mucho cuidado de no quemarse.

En la cocina, la habitación de la casa que más se mancha, se puede utilizar sal para limpiar los hornillos frotándolos con periódicos viejos.

El ocio -cine, restaurantes, museos, conciertos- también está descartado, ya que es un lujo superfluo, especialmente en Moscú, la ciudad más cara del mundo, según el Banco Mundial.

Una muestra de que los rusos se toman muy en serio la crisis es que por primera vez en mucho tiempo en noviembre se estancó el crecimiento de los depósitos bancarios.

Pese al aumento del nivel de vida de los últimos años, en Rusia hay 45 millones de pobres, en su mayoría concentrados en el campo.