La que fue una de las más originales residencias de los monarcas borbones en el Reino de las Dos Sicilias ha sido sometido a arduos trabajos de restauración durante 23 años, ya sea en su interior como en el entorno natural que lo rodea, una tarea que ha costado cinco millones de euros.

"Devolvemos al mundo una joya que ha permanecido durante años en condiciones de degradación y que finalmente hoy muestra al público su antiguo esplendor", afirmó durante la inauguración el asesor regional de Bienes Culturales del Gobierno Italiano en Sicilia, Antonello Antinoro.

En el interior del edificio se suceden elementos ornamentales de oro, frescos y paisajes pictóricos llenos de pagodas, que se suman al propio estilo arquitectónico del palacete para justificar el adjetivo de "cinese" (chino, en italiano).

La obra fue encargada en 1790 por Fernando I de las Dos Sicilias y IV de Nápoles, hijo del rey español Carlos III, al arquitecto Giuseppe Venanzio Marvuglia, bajo el comisariado del barón Benedetto Lombardo.

El palacete, que terminó de construirse en 1799, fue hecho residencia real cuando el monarca, tercer hijo de Carlos III y de María Amalia de Sajonia, y que fue quien se mantuvo durante más tiempo al frente del reino siciliano (1759-1825), se mudó de Nápoles (sur de Italia) a Palermo.

"Este edificio tiene un gran significado porque representa una parte de la historia de nuestra ciudad", comentó el alcalde de Palermo, Diego Cammarata.

La visita al palacete podrá hacerse de forma gratuita con previa reserva hasta el próximo 18 de enero.